Javier Fesser, director de la galardonada “Campeones”, regresa a un estilo similar al que mostraba en sus primeros trabajos. “Historias lamentables”, disponible desde la semana pasada en Prime Video, recuerda en su planteamiento al desenfrenado cortometraje “El secdleto de la tlompeta” (1995) y a su brillante debut en la pantalla grande con “El milagro de P. Tinto” (1998).
“Historias Lamentables” es una película compuesta por cuatro relatos diferentes, auto conclusivos, en donde lo cotidiano se vuelve extraordinario. Aunque son historias autónomas, algunos de sus personajes viajan, insospechadamente, de un relato a otro, subrayando así la idea de conformar todos ellos una sola obra. La narrativa, la música incidental, el tono y la factura visual comunes subrayan esta idea.
Según el director, esta película propone un viaje trepidante a través del humor surrealista por situaciones reconocibles y actuales en las que la realidad es llevada hasta el límite, arrastrando a nuestros personajes, sin que se den cuenta, a coyunturas penosamente desesperadas. Callejones sin salida en los que, contra todo pronóstico, la cosa acaba bien.
El formato puede recordar a la argentina “Relatos salvajes” (2014) pero en clave de comedia, con la sorpresa continua e inesperada de “¡Jo, qué noche!” (1985) de Martin Scorsese, el maravilloso devenir de acontecimientos como quien no quiere la cosa de “Las Vacaciones del señor Hulot” (1953) de Jacques Tati y la velocidad vertiginosa de “Arizona Baby” (1987) de los hermanos Coen.
En la nueva película de Fesser se han seleccionado unas historias muy españolas, las cuales, a su vez, son extraídas de lo cotidiano, aunque su deriva se vaya hacia lo extraordinario. Vendría a ser una curiosa mezcla del humor absurdo de “El milagro de P. Tinto” con la ternura y emoción de “Campeones”. Los relatos en un principio son independientes, pero durante el metraje se encontrarán cruces sorprendentes entre sí de la manera más absurda posible.
El espíritu de su director es toda una declaración de principios: “¿Por qué llorar con nuestras desgracias pudiéndonos reír de las de los demás?” Todo ello salpicado con un nivel de producción visual envidiable. Al igual que ocurre con su narración, la cual no sabes qué camino tomará en la siguiente curva. Quizás no sea una película redonda, algo que suele ocurrir con este tipo de largometrajes episódicos, pero se disfruta a lo grande con una sonrisa de oreja a oreja.
En el siguiente enlace podréis encontrar su tráiler.
