Disney, siguiendo la moda de llevar a imagen real sus clásicos animados más célebres, estrenó hace apenas unas semanas la película “Pinocho”, dirigida por Robert Zemeckis (“Regreso al futuro”) y protagonizada por Tom Hanks en el papel de Geppetto. El cuento original del que parte fue escrito por el italiano Carlo Collodi y publicado originalmente por un periódico de su país entre los años 1882 y 1883. En su primera versión no fue considerado como un cuento infantil, ni mucho menos, ya que contenía algunos pasajes ciertamente violentos. Solo en sus posteriores adaptaciones, en especial las cinematográficas, fue adquiriendo esa condición.
Esta obra es una de las más leídas de la literatura universal, contando con traducciones a más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos, incluido el sistema de lectura braille para los invidentes. De ella no solo se han extraído películas, sino también grabaciones de audio, obras de teatro, ballets e incluso óperas.
“Las aventuras de Pinocho” no fue concebida por Collodi para ser leída por los niños. De hecho, contaba con una trágica conclusión. Solo en las versiones posteriores se incluyó su famoso final en el que la marioneta se convierte en un niño de verdad. La novela en sí misma resulta una alegoría sobre cuestiones humanas tan importantes como el honor, la verdad o la virtud, y siempre desde el punto de vista del camino correcto a seguir. El carpintero talla la marioneta de un tronco de pino, por eso su nombre, y luego esta se termina convirtiendo en un niño de verdad después de hacer frente a innumerables adversidades. Por el camino, los distintos capítulos que va viviendo le harán alcanzar una serie de valores basados en el respecto, el esfuerzo, la responsabilidad y la amistad. El personaje de Pepito Grillo viene a encarnar todas estas características, aunque en ocasiones le resulte complicado llevarlas a la práctica.
Hay un mensaje muy claro detrás de esta historia: la educación y el saber nos hace tomar buenas decisiones y no caer en el engaño. El relato está plagado de personajes sin escrúpulos que vendrán a desviar con sus tentaciones a la marioneta. Resulta más seductor dejarse atrapar por las luces de la Isla del Placer (el País de los Juguetes en la novela original) que por el camino correcto que uno puede adquirir gracias al conocimiento. No es extraño, por tanto, que aquellos niños que sucumben al ocio terminen convirtiéndose en asnos.
Todos estos ingredientes llamaron la atención a Walt Disney, el cual, en la década de los 30, llegó a conocer la obra de Collodi a través de uno de sus colaboradores más cercanos. Una vez logrado el éxito con “Blancanieves y los siete enanitos” (1937) tomó la decisión de sacar adelante la adaptación de “Pinocho”, no sin antes moldearla hacia un público más familiar.
Más de ochenta años después nos llega esta nueva versión, pero no será la última. El director Guillermo del Toro, quien siempre ha confesado su fascinación hacia el cuento, estrenará a finales de año su particular visión realizada bajo la técnica de animación stop motion.
En este enlace podéis ver el tráiler de la versión live-action de Disney y en este otro unas imágenes del nuevo film de Guillermo del Toro.