Hace unas semanas cayó en mis manos un libro que me ha movido por dentro y que me ha dado el impulso por seguir luchando por una educación mejor para mis hijas. Se trata de ‘¡EducAcción! 10 acciones para el cambio que nuestros hijos merecen y necesitan’. Sonia Díez, autora del mismo, propone un modelo educativo que nos implica a todos: padres, profesores, políticos… ¿Te unes al cambio? ¡Hazlo por ellos, hazlo por tus hijos!
¿Qué es EducAcción y a quién va destino este libro?
Es una iniciativa “posibilista”, un llamamiento a participar en el cambio de un sistema educativo que fue creado para un mundo que ya no existe. El objetivo es convocar a la sociedad a hablar de educación basándonos en el bienestar de los niños (en vez de contiendas políticas), con la esperanza de que dentro de veinte años puedan decirnos que nos equivocamos en algo, pero también que acertamos en algo; que no fuimos perfectos, pero que no nos conformamos. Y, sobre todo, que nos esforzamos y trabajamos para darles la educación que merecen y necesitan.
Desde tu punto su vista, ¿qué cambios son necesarios en el modelo educativo español actual?
El modelo actual responde a sociedades previsibles, donde el camino “lineal” conducía a objetivos y éxitos concretos; a un mundo compuesto por familias extensas, comunidades pequeñas y horizontes limitados. Lo primero que habría que hacer, por tanto, sería correlacionar lo que actualmente tenemos y hacemos en los colegios con el “para qué”y sustituir todas aquellas herramientas y recursos por aquellas que garanticen mejor la finalidad que se pretende: que los niños puedan aprender mejor y desarrollar su genuino talento. ¿Pupitres alineados? ¿Horarios rígidos? ¿Libro de texto como referente del contenido a aprender? ¿Maestro orientado a preparar exámenes estándares? ¿Vacaciones de dos meses coincidiendo con el tiempo de recogida de la cosecha?… y todo ello avalado por una normativa obsoleta y alejada de la realidad. Es necesario parar y ordenar.
La realidad y los avances científicos van por un lado y la estructura de nuestro sistema educativo por otro. Los arquitectos saben muy bien que cuanto mayor es la previsión de turbulencias, más flexibles tienen que ser los edificios. La rigidez solo conlleva fragilidad ante los terremotos… y el sector educativo está viviendo el advenimiento del más importante cambio de su historia: la incertidumbre del futuro, la irrupción de las TIC’s y con ello la accesibilidad a información y al conocimiento colaborativo 365 días al año durante 24 horas, y sorprendentes descubrimientos científicos sobre cómo funciona y aprende nuestro cerebro… Al mismo tiempo que tenemos las tasas más elevadas de fracaso escolar y un creciente porcentaje de patologías que cuestionan el bienestar de nuestros niños y jóvenes. Es tiempo de acción, de EducAcción.
¿Por qué hay tanta resistencia a introducir metodologías digitales en las escuelas?
Al menos por dos razones (hay más). La primera porque hay estudios muy solventes que concluyen la inadecuación de pedagogías online de forma temprana (antes de los ocho años), la otra es mucho más espuria y banal: la virtualidad justifica la no necesidad de estructura (miremos los bancos, las librerías, por poner algunos ejemplos…). ¿Qué sucedería si se admitiera que los alumnos pueden, como ya sucede, aprender en diferido o en directo con un profesor que está a miles de kilómetros de su escuela? Nos da miedo reconocer que los cambios que vivimos en realidad están cuestionando el modelo educativo entero y hacemos como la avestruz, creemos que por esconder la cabeza bajo la tierra, dejará de existir.
¿Se puede prevenir el fracaso escolar? ¿Cómo conseguir que los chavales disfruten aprendiendo?
Sí, ¡por supuesto se puede prevenir y rectificar el fracaso escolar! El fracaso escolar conlleva muchísima frustración y sufrimiento para los padres y profesores pero, sobre todo, para el propio niño… Decir lo contrario sería como decir que no podemos hacer nada para cuidad de nuestros más necesitados. Y has dado en el clavo, el reto está en devolver la pasión a la escuela: los profesores (los buenos, que son muchísimos), están clamando por una mayor libertad y menos burocracia y los alumnos… Se nos olvida que son “humanos” y que a los seres humanos nos encanta aprender y somos curiosos por naturaleza (así es cómo hemos evolucionado como especie) luego no disfrutar aprendiendo va contra natura… Algo muy mal tenemos que estar haciendo para que el resultado de nuestro “proceso educativo” sea contrario a lo que está programado en nuestro ADN.
¿Qué papel tienen los padres y cuál los profesores en la educación de los hijos?
El de los padres, amar incondicionalmente a sus hijos (que, por cierto, es lo contrario a sobreproteger. Amar es posibilitar, abrir los brazos) y la de los profesores, ser un faro, un acompañante, un sherpa de su proceso de aprendizaje.
¿Qué rasgos definen a un buen profesor?
Pasión, compromiso, rigor y trabajo (uno puede ser muy talentoso e, incluso, bien instruido pero, como sucede en el deporte, en el arte y en otras disciplinas, si no se ejercita, el resultado es muy mediocre). Un buen profesor tiene que ser un buen aprendiz.
¿Por qué es tan importante educar a nuestro hijos en la diversidad?
Porque nuestra sociedad es diversa y los retos del futuro son retos que afectan a toda la sociedad en su conjunto.
Y, por último, ¿por dónde empezamos?
Por querer, por desear apasionadamente el cambio, la mejora educativa en función del bienestar de los niños. Empezamos por mover el corazón y con él, la voluntad. Después ponemos todo nuestro intelecto, nuestros recursos y nuestras capacidades al servicio de ello pero primero, el deseo de hacerlo posible, la visión de que SÍ es posible hacerlo mejor y de que JUNTOS lo podemos conseguir.