Parece mentira, pero hace veinte años que se publicó la primera novela de Harry Potter –Harry Potter y la Piedra Filosofal– por parte de la escritora J.K. Rowling. Fue concretamente el 30 de junio de 1997 cuando llegaría a las librerías de manos de la editorial Bloomsbury, la única que confió en la obra tras ser rechazada por muchas otras. El resto de la historia ya la conocéis, a este libro le siguieron seis más, ocho películas y un spin-off, una obra de teatro y múltiples productos relacionados.
En nuestras recomendaciones viajeras del fin de semana os haremos un recorrido por aquellos lugares que inspiraron a la autora. Probablemente a partir de hoy descubrirás que Hogwarts es más real de lo que parece. Será seguramente cosa de magia.
EDIMBURGO
Nuestra primera parada será en la capital de Escocia, una de las ciudades más hermosas del mundo, por cuyas calles se puede palpar la historia. A comienzos de 1994 era la residencia de J.K. Rowling, que por aquel entonces era una completa desconocida. Quienes más la recuerdan son los empleados que trabajaron en esa época en el Nicholson’s Café, situado en Nicholson Street. Al parecer en una de sus mesas, durante las largas semanas de invierno, la autora comenzaría a crear su querido personaje. Según se dice llegaba a pasar tardes enteras con una única taza de café encima de la mesa.
También la cafetería The Elephant House se disputa este honor, en su fachada hay una pequeña placa que recuerda la presencia de Rowling en el local. De esta manera se convierte en el primer destino de peregrinaje de cualquier fan de Potter que se precie.
El magnífico Castillo de Edimburgo (foto de portada) y el Cementerio de Greyfriars también fueron inagotables fuentes de inspiración para la escritora. Concretamente el arranque del libro Harry Potter y el Cáliz de Fuego con Voldemort, retomando su forma física, está directamente relacionado con este camposanto.
En Greyfriars además se encuentra la tumba de William McGonagall, cuyo apellido se rumorea que inspiró el nombre de la profesora Minerva McGonagall. Pero lo más llamativo se encuentra en lo más profundo del cementerio, en una lápida de un padre y un hijo llamados respectivamente Thomas Riddell. Recordemos que éste es el nombre real de Voldemort.
Y acabamos el recorrido por Edimburgo en el George Heriot’s School, muy cerca de Greyfriars, una escuela cuyo fundador destinó a huérfanos y niños con pocos recursos. Una institución que está dividida en cuatro casas, como los alumnos en Hogwarts: Lauriston, Greyfriars, Raeburn y Castle. En la ficción: Slytherin, Hufflepuff, Gryffindor y Ravenclow.
En la actualidad se ha convertido en una escuela privada muy exclusiva, aunque se sigue respetando la voluntad del fundador, dejando la enseñanza gratuita para aquellos que hayan perdido a uno de sus progenitores o para familias con problemas económicos.
Además de estudiar las distintas materias, en el colegio también se puede uno especializar en disciplinas deportivas: rugby, hockey, tenis y cricket. Este último probablemente es el germen de lo que luego sería el Quidditch en el mundo de los magos.
Y no nos olvidamos de las películas, a la semana que viene os contaremos cuales fueron sus localizaciones principales. Prepara las maletas, que el Hogwarts Express está a punto de salir del andén 9 y 3/4.
