Recordando a El Gordo y el Flaco

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Hace un par de semanas llegaba a nuestros cines El Gordo y el Flaco (Stan & Olie), un biopic en el que los célebres cómicos se embarcan en su gira de despedida, dejando atrás la época dorada en la que brillaron en la gran pantalla. Lejos de estar anclados en el pasado, siguen despertando pasiones en los escenarios de Reino Unido. La película profundiza en la personalidad de ambos, en su amistad y compañerismo legendario. Los actores John C. Reilly y Steve Coogan se mimetizan literalmente en los personajes. Todo un regalo para los cinéfilos y para aquellos que quieran conocerles un poco más.

El Gordo y el Flaco fue tal y como se conoció en España al dúo cómico de Stan Laurel y Oliver Hardy, dos actores de origen británico y estadounidense, respectivamente, que gozaron de una inmensa popularidad en nuestro país. Sus cortometrajes de la época muda del cinematógrafo solían proyectarse en colegios, como preámbulo a largometrajes, e incluso en televisión para ajustar la parrilla entre los distintos programas. Probablemente en la actualidad sean mucho menos conocidos por las nuevas generaciones, aunque sus mejores trabajos se pueden encontrar fácilmente en plataformas audiovisuales como YouTube.
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Esta pareja inició su carrera en la década de los años 20 del siglo pasado, y su éxito se prolongó más allá del cine mudo. Cuando las películas empezaron a ser sonoras, supieron aunar la comedia física con los diálogos más divertidos. Se considera The Lucky Dog (1921) su primera aparición, pero sin ser todavía un dúo. La primera película oficial como pareja vendría de la mano del productor Hal Roach y en The second hundred years (1927)
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Su humor se enmarca en el género del slapstick, un tipo de humor plagado de grandes proezas físicas, muy cercano a lo que se veía en los cortometrajes de dibujos animados. Laurel y Hardy eran expertos en generar un absoluto desastre con una simple acción cotidiana, véase, por ejemplo, el cortometraje La batalla del siglo que encontraréis en el siguiente enlace.
También cultivaron el surrealismo y una famosa rutina conocida por el nombre de tit-for-tat (“esto por aquello”). Uno destroza un objeto y a continuación su oponente hace lo propio con otro. Primero uno y después otro, y así sucesivamente.
Ambos aprovecharon al máximo su físico, dando lugar a poses realmente ridículas. Stan, por ejemplo, era famoso por su célebre pelo asustado, con el cabello más largo en el centro de su cabeza.
Otras de las características más curiosas fue el doblaje de sus películas. El productor Hal Roach se dio cuenta de las oportunidades que se abrían en el mercado internacional. Por ello, ambos actores tuvieron que rodar sus distintas escenas en varias ocasiones, una para cada idioma. Se adaptaron, no con ciertas dificultades, al alemán, francés, italiano y español.
Finalmente, Robinsones atómicos (1951) fue su última aparición en el cine, dedicándose posteriormente a giras teatrales hasta su fallecimiento.
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Francisco Javier Millán

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