Esta semana os invitamos a conocer un nuevo destino, Lyon, considerada la tercera ciudad más poblada de Francia (500.000 habitantes) tras París y Marsella. Se trata de la capital de la región Auvernia-Ródano-Alpes y está situada en un entorno privilegiado, en el corredor natural del río Ródano y su confluencia con el Saona. Su emplazamiento geográfico la convierte en un nudo de comunicaciones importante debido a su proximidad con Italia y Suiza.
También es conocida por albergar una próspera comunidad estudiantil, con alrededor de 140.000 universitarios repartidos en distintas instituciones formativas. Muchos son sus atractivos turísticos, ya que su historia y arquitectura le han llevado a inscribir, buena parte de la superficie urbana, en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Un núcleo urbano para todos aquellos que sean amantes de la moda y la gastronomía, siendo en este punto una de las capitales gastronómicas del país galo.
No hay una ciudad más cinematográfica en el mundo, ya que, en Lyon, se hizo la primera filmación de la historia por parte de Auguste y Louis Lumiére. Dos hermanos que trabajaban en una empresa familiar fotográfica que, a partir de 1892, decidieron empezar a probar las posibilidades de la fotografía en movimiento. Por el camino patentaron un buen número de inventos que son auténticas piezas de la prehistoria de cine. Todo empezó cuando Antoine Lumiére, su padre, se trajo de París un kinetoscopio. Un aparato que ambos decidieron mejorar, dando lugar al cinematógrafo, que servía a su vez como cámara y proyector.
El invento se patentó en febrero de 1895, y, en ese mismo año, realizaron la que es considerada la primera película de la historia, Salida de los obreros de la fábrica Lumiére, rodada en el barrio de Monplaisir. En la actualidad la fábrica como tal ya no existe, pero sí que se puede visitar la mansión de los Lumiére reconvertida en museo y cinemateca. Un mural con la reproducción de uno de los fotogramas de este primer film se puede ver en el punto exacto donde se realizó.
La primera exhibición oficial y comercial se llevó a cabo el 27 de diciembre de 1895 en el salón indio del Gran Café del Boulevard de los Capucines en París. Donde se proyectaron otros cortometrajes como la Llegada de un tren y El regador regado, esta última la primera comedia de la historia.El barrio de Monplaisir es todo un canto al arte cinematográfico. Sus calles llevan nombres de cineastas reconocidos, y en uno de los muros del recinto del museo se exhiben diferentes placas conmemorativas a modo de paseo de la fama. Bertrand Tavernier, el director liones más célebre, es uno de los recordados en este homenaje.
La visita cinéfila a Lyon no estaría completa, si no paseáramos por el interior del Museo de la Miniatura y el Cine. Un edificio en el que artistas internacionales del miniaturismo han creado auténticas joyas hiperrealistas a modo de decorados a pequeña escala. En otra de sus áreas se pueden recorrer los escenarios de la película El Perfume e incluso introducirnos en la morada de la temible reina Alien, un animatrónico a escala real, que a más de uno asustará por su imponente presencia. El museo tiene un alto componente educativo, explicando de forma muy divulgativa aspectos fundamentales del cine, como, por ejemplo, los efectos especiales. Es una visita ideal para ir con niños, ya que hay múltiples referencias a las películas que más les gustan.
Pero el viaje no acaba aquí. Lyon invita a perderse por sus calles, las mismas que recorriendo creadores como Maurice Jarre, compositor de la música original de películas inolvidables como Doctor Zhivago, Lawrence de Arabia y La hija de Ryan; o Antoine de Saint- Exupéry, autor del libro El Principito.
Si uno se acerca al Le Mur des Lyonnais encontrará un mural gigante que representa diferentes niveles de terrazas. En las mismas, hasta 30 personajes históricos o contemporáneos nos saludan, y, entre ellos, Exupéry coge cariñosamente de la mano al pequeño príncipe.