El documental “Lo que el pulpo me enseñó”, disponible en la plataforma Netflix, se está convirtiendo en un fenómeno entre el público. Se trata de una producción sudafricana que, de manera bastante discreta, se ha ido colando en los mejores premios internacionales. Hace unos meses se alzaba con el premio BAFTA a Mejor documental, mientras conseguía una nominación en esta categoría en los premios Óscar que se celebrarán el próximo 26 de abril.
A priori, la propuesta que plantea es bastante chocante. Un cineasta forja una amistad bastante inusual con un pulpo que vive en un bosque de algas en Sudáfrica. Gracias a esta relación aprenderá a compartir la vida y la naturaleza como nunca antes había hecho. Detrás de este filme se encuentran Pippa Ehrlich y James Reed, pero sobre todo el alma mater del mismo es Craig Foster, quien expone todo tipo de emociones frente a la cámara a lo largo de más de un año de inmersiones.
Uno de los puntos más interesantes de la historia se establece en su inicio. Foster, reconocido camarógrafo y realizador de documentales de naturaleza, se ve inmerso en una crisis personal derivada de su estresante trabajo. Su incapacidad de atender a su familia, especialmente a su hijo, le hace abandonar el sector audiovisual y dedicarse a contemplar la naturaleza en el llamado cabo de las Tormentas. Este lugar fue bautizado con este nombre por el navegante portugués Bartolomeu Días, el primero que consiguió bordearlo en 1488 y llegar al océano Índico. Un antiguo y legendario punto de navegación con vientos y olas de enorme peligrosidad, donde se cuenta que podemos sentir extrañas energías.
Craig Foster busca reencontrarse con su infancia alejándose del mundo. Para ello decide regresar a este espacio natural en el que fue feliz en el pasado. Poco a poco irá descubriendo un bosque algas increíble en el que habitan todo tipo de animales. En una de sus incursiones conocerá a un pulpo hembra. Al principio será difícil ganarse su confianza, pero el animal poco a poco comienza a manifestar una inteligencia asombrosa. A partir de este punto cada zambullida será una aventura diferente para ambos.
“Lo que el pulpo me enseñó” está a medio camino entre el documental de naturaleza, propiamente dicho, y el producto de autoayuda mejor elaborado. Sus responsables sacan adelante un relato que produce admiración entre los espectadores, pero también cierta sensación que nos hace sospechar de que lo que nos están contando no resulta del todo convincente. Es más, la relación entre el pulpo y el humano bien podría enmarcarse dentro de los cánones habituales que solemos ver en el cine de ficción hollywoodiense. El acercamiento entre Craig Foster y su amiga es tan extasiante, que incluso parece una carta de amor entre dos enamorados que se encuentran todos los días antes del anochecer.
Muy probablemente se trate de una pieza documental medida hasta el milímetro. La veracidad que plantea, aun siendo cuestionable, es genuina. La naturaleza es capaz de reconectarnos en momentos complicados. De establecer un nuevo punto de partida a modo de inflexión personal. Por su parte, el género documental, como cualquier otro género, está vivo y es capaz de reinventarse. Si de paso aprendemos sobre la vida y nuestro entorno bienvenido sea.
El propio documental enseña sus cartas al decirnos que Craig Foster cofundó Sea Change Project, una asociación sin ánimo de lucro destinada a la protección de la vida marina y a generar conciencia sobre la importancia del bosque de algas de Sudáfrica. “Lo que el pulpo me enseñó” es un estupendo embajador mundial que nos hará comprender la importancia de este ecosistema. Si no existiera probablemente no estaríamos hablando sobre ello por desconocimiento.
De todas las frases que expone Craig Foster nos quedamos con la siguiente: “Me enamoré de ella, pero también de la asombrosa naturaleza que ella representaba, de como ella me cambió”
Podéis ver su tráiler en el siguiente enlace.
