Al fin podemos disfrutar en las salas de cine de Live is life, la nueva película de Dani de la Torre, filmada en 2020 y afectada por muchos retrasos debido a la crisis sanitaria. Su estreno estaba programado para agosto del año pasado. Con guion de Albert Espinosa, uno de los creadores de la serie Pulseras rojas, esta cinta pretende devolvernos a los veranos de aquella añorada década de los 80.
El visionado de este filme tiene una doble lectura: por un lado, es un fantástico ejercicio nostálgico con un gusto por el detalle exquisito, en lo que a dirección artística se refiere; y, por otro, un intento muy noble de devolver el alma emocional a un cine cada vez más deshumanizado. Es poco probable que logre, entre las nuevas generaciones, dejar el mismo poso que aquellas películas ochenteras, pero al menos lo intenta con todo su ser.
Si bien se ha querido comparar, como no podía ser de otra manera, con Los Goonies (1985), Dani de la Torre y Albert Espinosa parecen estar mucho más cerca de Cuenta conmigo (1986) que de la cinta de Richard Donner. El propio Espinosa ya lo intentó, pero quedándose a medio gas, con Héroes (2010) de Pau Freixas. Este nuevo filme, por suerte, resulta mucho más satisfactorio en todos los aspectos.
En la antes mencionada Cuenta conmigo, su director, Rob Reiner, extraía de un relato corto de Stephen King un loable ejercicio generacional. De hecho, la historia, que giraba alrededor de la búsqueda del cadáver de un joven que había desaparecido, casi era lo de menos. Lo importante era la explicación vital de lo que significaba hacerse mayor a pasos agigantados, además de una oda a la amistad que todavía no ha sido superada.
En Live is life ocurre algo similar. La existencia de un macguffin, sobre una planta curativa que hay que cortar en la madrugada de la noche de San Juan, sirve de pretexto para acercarse a unos jóvenes cuyas vidas están atravesando sus primeros problemas reales. Todo ello, además, con la ausencia casi total del mundo adulto. Sin ir más lejos, en aquellas películas, a las que reverencia, la injerencia de los adultos sobre los jóvenes era mínima. Y si se cruzaban era para que unos rompieran la magia de los otros.
A su vez, esta película está construida con los mismos ingredientes que Verano azul, esa serie de Antonio Mercero que pertenece a una época de excelencia televisiva totalmente desaparecida en la actualidad. Un formato que, al igual que ocurría con las películas antes nombradas, era capaz de remover el alma y sembrar la formación emocional de muchos espectadores.
En esta línea, Dani de la Torre entrega un filme ejemplarmente interpretado por una pandilla de jóvenes con los que ha logrado una naturalidad poco habitual en nuestro cine. Y no solo eso, también consigue dar relevancia al entorno en el que se mueven. Si en Los Goonies y Cuenta conmigo, los espacios naturales de Oregón eran un protagonista más, en Live is life Galicia se convierte en un marco ideal para vivir un sinfín de aventuras entre su escarpada orografía. De todos los planos, hay uno, con los chicos a contraluz subiendo por la montaña, que hace saltar las lágrimas por la belleza que transmite. Un plano, en apariencia simple, cargado de significado para un niño de los 80.
Aquí, en este enlace, podréis ver su tráiler.