Cada día soy más aficionada a la literatura juvenil. Cuando son peques, suele gustarles leer, pero a medida que van creciendo, van perdiendo el interés. Mucha gente culpa a los dispositivos móviles, las redes sociales y a los videojuegos. Sin negar que pueden influir, yo creo que es una cuestión de historias. Leen libros infantiles porque las historias que cuentan les interesan. Sin embargo, las lecturas obligatorias del Instituto suelen estar muy lejos de su realidad y las que nos conmovieron a nosotros cuando teníamos su edad también. Por esto, decía, estoy muy pendiente de los libros juveniles actuales, para buscar novelas que representen sus inquietudes, su realidad vital y que tengan calidad literaria. El odio que das, de Angie Thomas es un estupendo ejemplo de esta literatura.
El odio que das, un libro sobre comprensión e igualdad
El reto de un libro juvenil es hablar de cosas complejas, de manera sencilla, pero sin caer en estereotipos. Angie Thomas lo consigue. Cuando algunos adolescentes piensan en una persona afroamericana, lo primero que se les viene a la cabeza son las estrellas del pop o del hip hop. Pero como ellas mismas manifiestan, la imagen que proyecta son una ilusión. En este sentido, es importante que diluyan ese espejismo y que lo sustituyan por un conocimiento más real, más humana de las personas racializadas. Los protagonistas de esta novela son adolescentes afroamericanos y a diferencia de lo que suele suceder con estos relatos, la escritora también es afroamericana.
Starr es una chica negra de 16 años. Su vida es muy particular: estudia en un colegio de élite, cuyos alumnado es mayoritariamente blanco, pero vive en un barrio humilde. Esto la lleva a sentirse insegura en ambos lugares. Si en el colegio se siente distinta, porque sus costumbres son diferentes y porque no la tratan como una igual, tampoco se ubica en el barrio. Los demás la miran con recelo y ella también comienza a distanciarse de ciertos hábitos del mismo. Estos sentimientos causan en ella una sensación de soledad.
Pero la novela introduce otros elementos: el conflicto entre comunidad y libertad. La incomodidad de Starr no se queda fuera de casa. También entra en su familia. Los problemas de sus padres y de su hermano y las obligaciones que se les suponen a ella como hija y hermana empiezan a chocar con su libertad. Además, cuando se trata de la vida de una persona afromericana, la muerte y la pólvora son un peligro que siempre acompaña. Starr lo vive muy cerca: cuando tenía diez años, vio cómo su mejor amigo moría víctima de una bala perdida. Ahora, a sus 16 años, al salir de una fiesta, un policía blanco disparo a su mejor amigo, ¿por qué? Por la eterna eterna sospecha de que si eres negro, eres peligroso.
Como ha sucedido en los últimos años con otros casos, el asesinato de Khalil se convierte en un asunto de interés nacional. La indignación de la población negra y racismo intrínseco de cierta parte de los estadounidenses son los protagonistas durante el juicio. Y, en medio, allí está ella, como testigo y como integrante de los dos mundos y de ninguno.
La novela está muy bien escrita y usa un lenguaje que van a entender a la perfección. Así, conocerán una realidad distinta y que los medios de comunicación apenas muestran. De hecho, puede ayudarles a poner en contexto la música urbana que escuchan y explorar otras dimensiones de la misma.
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