Siempre me ha gustado el centro de Madrid. Recuerdo que cuando era pequeña, todos los domingos mi padre me llevaba al rastro y aprovechábamos la mañana para pasear por sus rincones más cercanos: Plaza Mayor, Puerta del Sol, calle Arenal, Plaza de Jacinto Benavente, zona de Huertas… Para mí era toda una excursión y un momento mágico salir de mi barrio, de la calle en la que vivía y que no llegaba a tener más de 30 portales y de mi parque de siempre. ¡Descubría un mundo al que soñaba que accedería libremente cuando fuese mayor!
Desde que soy madre, mi perspectiva ha cambiado un poco y el centro de Madrid se ha convertido, por instantes, en un sitio cargado de peligros y de incomodidades para ir con mis dos hijas. Aún así creo que es bueno que nuestros hijos salgan de su ‘zona de confort’, conozcan la historia de la ciudad donde viven y visiten algunos de los lugares más emblemáticos para el día de mañana cuando los tengan que estudiar en el colegio, al menos les suene de algo y no les resulten extraños.
Con 4 y 8 años quizás no tengan aún la capacidad de apreciar muchas detalles artísticos o históricos, así que lo que se me ocurrió hacer para mostrarles todo lo que un día se encontrarán cuando sean mayores y caminen solas por el Barrio de las Letras de Madrid es apuntarnos a una de las visitas guidas para familias que organiza Alamanerade.
Descubriendo el Barrio de las Letras con Alamanerade
“Nos vamos a convertir en detectives”, con esta frase Magda, la persona que está detrás de Alamanerade, se metió en el bolsillo a mis hijas, pero también al resto de niños que participaban en este tour tan especial. Pero eso no fue todo, porque que para que pudieran hacer mejor su labor, les entregó un tríptico donde iban a ir apuntando las pistas que debían encontrar en el recorrido. ¡Súper emocionante!
Y así fue cómo Elena y Ana aprendieron que la zona de Huertas recibe el nombre del barrio de las Letras, que hubo un siglo de Oro de la literatura española donde vivieron grandes autores como Miguel de Cervantes o Lope de Quevedo y Góngora, los cuales no se llevaban muy bien, y que dentro de esta área de Madrid hay que mirar arriba para contemplar majestuosos edificios e iglesias, pero también permanecer muy atentos a los texto que están escritos sobre el asfalto.
La experincia fue maravillosa porque fue una forma divertida y original de despertarles a los pequeños de la casa el gusto por el arte y las letras y todo gracias al trabajo y la profesionalidad de Magda, ¡es increíble como mantiene la atención de los niños durante la hora que dura el recorrido!
Como anécdota, os contaré que, a los pocos días de hacer esta visita guiada, Elena me dijo: “Mamá, ¿sabes que hoy la profesora nos ha hablado de Lope de Vega? ¡Y yo sabía quién era!”.
