Esta semana Netflix estrena una de sus producciones más ambiciosas, Cristal Oscuro: La era de la resistencia, serie que actúa a modo de precuela del clásico ochentero Cristal Oscuro (1982), dirigido por Jim Henson y Frank Oz. Esta ambiciosa producción nos hace regresar al mundo de Thra, en el que tres Gelflings descubren un secreto horrible tras el poder de los Skeksis.
Con motivo del estreno de esta serie, os queremos hacer un repaso a la creación del título fundacional.
Los años 80 eran, sin duda, el zenit de las técnicas artesanales en efectos especiales. George Lucas había roto el techo con La guerra de las galaxias (1977) mejorando sustancialmente sobre algunos procesos creativos que se venían utilizando desde hacía décadas. De manera paralela, Jim Henson, otro gran soñador, estaba llamado a revolucionar con su arte el campo de las marionetas. Este titiritero, nacido en Misisipi en 1936, se convertiría en el padre de una innumerable estirpe de personajes televisivos. Sus apariciones en exitosos programas como el Ed Sullivan Show (1948-1971) le allanaron el camino a la hora de realizar sus propios formatos. Fue en 1968 cuando Children’s Television Workshop le invita a participar en un proyecto educativo denominado Barrio Sésamo (1969- …). Su éxito es tan enorme que llega a venderse a nivel planetario, logrando en muchos países que varias generaciones de niños, e incluso adultos, caigan atrapados con su especial manera de formar.
Jim Henson, una de las mentes creativas más fascinantes del siglo XX, terminaría consolidando su carrera en la pequeña pantalla con la producción de El Show de los Teleñecos (1976-1981), un nuevo formato para ser disfrutado tanto por jóvenes como por adultos. Su secreto residió en el grado de empatía que se establecía entre los espectadores y las marionetas. El show reunió a una generosa audiencia delante del televisor que semana tras semana seguía los sketches de la rana Gustavo, Peggy, Gonzo, Fozzie y muchos más. Estos personajes se movían en el llamado Teatro de los Muppets, una antigua gran casa de vodevil por el que se paseaban famosos de la época. Cada capítulo tenía a un invitado diferente.
Cuando la serie se encontraba en su máximo apogeo a Jim Henson se le ocurrió dar un paso más hacia la realización de un avance tecnológico y narrativo importante. Henson estableció una hoja de ruta a su equipo con la intención de crear un mundo fantástico totalmente nuevo en el que los humanos no tendrían cabida. Su plan consistía en volver a la oscuridad de los cuentos originales de los hermanos Grimm, sentía que a los niños les gustaba tener miedo como parte de una emoción saludable para su formación.
El origen de Cristal Oscuro parte de dos fuentes principales: un libro infantil titulado The Pig-Tale de Lewis Carroll con ilustraciones de Leonard B. Lubin, en el que aparecían un grupo de cocodrilos viviendo en un palacio; y la influencia de los diseños artísticos de Brian Froud, ilustrador que había realizado un libro sobre su mundo y estilo titulado The Land of Froud (1977). Este artista inglés había trabajado en obras ilustradas como Romeo and Juliet (1971), A Midsummer Night’s Dream (1972) y Faeries (1981), en la que Oisin, un joven cazador tras regresar de una batida sin éxito, conoce a Niamh, una princesa hada que adopta la forma de un magnífico ciervo. Ella le llevará ante su padre, el rey de las hadas, haciéndole descubrir un mundo desconocido en peligro.
En 1978, Henson se pone en contacto con Froud para ofrecerle el puesto de artista conceptual de su nueva película. El ilustrador acepta el reto mientras ocho técnicos y diseñadores comienzan a trabajar, sin un guion concreto, en el taller que tenía Henson en la ciudad de Nueva York. Bajo el título provisional “The Crystal” crearon desde cero un mundo sobre cuyas raíces levantarían la historia. Poco a poco se fue armando la base de las criaturas del lejano planeta Thra: los pacíficos Mystics, los malvados Skeksis y la tribu de los Gelflings; junto a la leyenda del Cristal Oscuro, un objeto poderosísimo dañado por un Urskek, provocando que el caos y la confusión se extienda por el citado planeta. Si nadie repara el cristal, los Skeksis dominarán Thra para siempre. Será entonces cuando surja un héroe singular que responde al nombre de Jen, el último superviviente de los Gelflings, la última esperanza para esta tierra amenazada.
Primero crearon los orígenes de los Skeksis y al inocente Jen. Wendy Froud, la mujer de Brian Froud, una escultora de muñecos con mucho talento, se encargó de diseñar los bocetos tridimensionales de los distintos personajes. Se dice que el alma de los Gelflings se debe mucho a ella, y el carácter del protagonista al impulso arrollador que definía a Jim Henson. Aunque no había humanos en este mundo, los Gelflings eran lo más parecido a ellos. Poco después nacerían los Mystics, unas criaturas, conectadas con la tierra y la naturaleza, vinculadas de una manera misteriosa con los Skeksis, y cuyos movimientos se llevaban a cabo por dos personas en su interior; y los Podlings, otra de las razas inteligentes de Thra, definidos así mismos como “maestros jardineros que viven en plantas abultadas”. Y no podemos olvidar a los Zancudos, que fueron creados por los actores especialistas en mimo que trabajaban en el equipo. Estos artistas serían capaces de correr de forma segura con dos zancos en los pies y dos en las manos. Sus personajes medían tres metros y eran sujetados por un cable guía, aunque luego en el rodaje se vieron obligados a prescindir de él al no poderlo borrar por medios ópticos. En muchos de los diseños ensayaron primero los movimientos, para luego aplicarlos como parte física de las marionetas. Esta dinámica favoreció al nivel de realismo que alcanzarían los distintos seres.
Brian Froud se puso al frente de la dirección de todos los equipos artísticos, supervisando desde el vestuario a la fabricación de las propias marionetas. Cuando la preproducción empezaba a coger fuerza, todos estos departamentos se trasladaron de Nueva York a Londres. El guionista David Odell fue el encargado de dar forma y orden narrativo al impulso creativo de los equipos artísticos. Es definitiva, poner orden en el caos.
Jim Henson y Frank Oz codirigieron Cristal Oscuro. Ambos ya colaboraban de manera estrecha en los formatos televisivos. Oz había comenzado en el mundo de los títeres desde muy joven, a la edad de 12 años, uniéndose al equipo de Henson siete años después. El grado de complicidad entre ambos les hizo inseparables. Oz daría vida a personajes como la cerdita Peggy, el oso Fozzie, el monstruo Triki y a muchos más. Su labor en Cristal Oscuro la compaginaría con la creación (y voz) de Yoda para El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1981), una de sus aportaciones más memorables.
Oz y Henson lograron el milagro en una etapa previa a la eclosión digital, sin utilizar cromas, ni tampoco eliminar cables. Durante el rodaje se hicieron cosas y se aplicaron métodos de trabajo que, a excepción de su siguiente película, Dentro del laberinto (Jim Henson, 1986), jamás volverían a realizar.
En Jim Henson Creature Shop estuvieron años preparando Cristal Oscuro. Jim Henson lo dejó claro: “Las marionetas pueden hacer lo mismo que un actor”. Tanto él como Frank Oz eran conscientes de sus limitaciones, pero siempre lograban superarlas con grandes dosis de ingenio. Jim Henson se puede comparar con George Lucas en lo que a avances tecnológicos se refiere.
Jen, el Gelfling, lee frente a un mural las siguientes palabras acerca de la profecía: “Lo fragmentado e incompleto uno se volverá, unidos ambos Gelflings serán, o de otro modo no se hará”.
El planteamiento de Cristal Oscuro, más allá del consabido viaje del héroe de su protagonista, contiene una profunda filosofía que enfrenta al bien y el mal desde una perspectiva novedosa: ambos se han fragmentado y deben volver a unirse. Este misticismo propio del Ying y el Yang crea un mundo en simbiosis que une y separa a las distintas razas por igual. Lo que fue separado debe volver a ser unido, de otra manera el caos reinará hasta la posible destrucción de todo tal y como se conoce.