Simpatizo, y mucho, con la manera de ver la vida que tiene Javier Fesser, un director que siempre ha destacado por mostrarnos lo diferentes que somos los unos con respecto a los otros. Su ya más que destacable filmografía está plagada de personajes que son capaces de realizar sus sueños más increíbles aunque sea al margen de lo establecido por los demás. Ya desde su magnífico debut con El milagro de P. Tinto (1998) ha venido demostrando una mirada distinta en la que se mezcla la comedia más surrealista con los aspectos más tiernos y dramáticos de la vida. Campeones sigue este modelo, convirtiendo el filme en una experiencia ideal para toda la familia. Se trata de una propuesta amable en tiempos donde este tipo de historias tendrían que encabezar telediarios. La historia gira alrededor de Marco, un entrenador de éxito de baloncesto, que se encuentra un buen día con una crisis personal y profesional. Tras ser detenido por conducir ebrio, es sentenciado a tres meses de trabajos sociales en un equipo compuesto por personas con discapacidad intelectual. Durante este proceso se dará cuenta de que todos, sin distinción, somos discapacitados en algo.
El mensaje que transmite es de un gran valor, ya que su objetivo reside en hacernos ver las cosas desde el punto de vista de las capacidades, y no a la inversa. Por regla general siempre nos focalizamos en lo que no sabemos hacer, olvidando por el camino nuestros valores más positivos. Trabajar en clave negativa es impensable para los personajes de Campeones, y es precisamente en esto donde reside su verdadera alma.
La película está protagonizada por Javier Gutiérrez, reciente ganador del Goya por El autor, y por una serie de individuos no profesionales que se han puesto por primera vez delante de una cámara. A pesar de ello Fesser reconoce haberse sorprendido en más de una ocasión del grado de implicación de estos actores improvisados. Algunas escenas se resolvían dejando la cámara encendida más allá del clásico “corten”, algo que hace aportar una gran naturalidad a todo el conjunto.
Esta triunfal propuesta de lo diferente tiene como principal sustrato el lado amable desde el que se plantea; y aunque no escatima en momentos sensibles, para nada resultan forzados. Aquí lo importante es ir comprendiendo la moraleja que se nos quiere transmitir pero sin obligarnos en exceso a la lágrima fácil. El director reconoce haberse emocionado más de una vez durante el rodaje, según sus palabras: “Tan solo con una mirada, un abrazo o una frase eran suficientes. No hay mejor regalo para el espectador que nos hagan reír y emocionarnos al mismo tiempo”.
Campeones nos hace comprender que tenemos que tratar a las personas por sus capacidades, rompiendo con las etiquetas y sobre todo atreviéndonos con lo diferente. Si somos conscientes de estos mecanismos muy probablemente nos encontraremos con gente maravillosa, a medida que aprendemos a reconocer en nosotros mismos lo diferente que somos de cara a los demás. Por otro lado también pone encima de la mesa una cuestión sumamente interesante sobre el deporte. Sus valores, especialmente en nuestro país, se han perdido por completo en aras del dinero y los triunfos masivos.
Que en los años actuales una película logre este nivel de reflexión mientras nos desgañitamos literalmente de risa es sencillamente un auténtico milagro.
Pinchando en el siguiente enlace podréis ver el tráiler.
