Si seguís los Premios Nobel, sabréis que Haruki Murakami es el eterno aspirante. Aunque hasta ahora no lo ha conseguido, sí ha logrado tener un sinfín de seguidores por todo el mundo, aunque también muchas críticas en su Japón natal, ya que, dicen, escribe más como un americano que como un japonés. Sin embargo, el aura de la trilogía 1Q84 ha conquistado a millones de lectores. De hecho, es lo que la coloca en un lugar distintivo dentro del género de la ciencia ficción, ¿te imaginas la tierra, esta, y no otra, con dos lunas? Desde luego, me parecía una premisa estupenda para la lectura adulta de este mes.
1Q84 ciencia ficción, poesía y corrupción
Para empezar, os contaré un secreto: leí la trilogía al revés, es decir, empecé por el último libro y terminé por el principio. Podría esconder la verdad bajo el romanticismo de todo lector, pero la verdadera historia es que cuando compré el último libro, no me di cuenta de que formaba parte de un trilogía ¡Y eso que lo pone en la portada! Fue después cuando lo supe, así que una vez terminada, pensé, ¿por qué no continuar así? Y me encantó la experiencia. La historia es tan envolvente que no importa el momento en el que te sumes a ella, porque te engancha.
Sus protagonistas, Aomame y Tengo, son dos personas aparentemente normales, pero que esconden todo un mundo de misterio en su interior. A pesar de su apariencia frágil y de su introversión, Aomame es una asesina a sueldo. Por su parte, Tengo es un novelista en plena investigación, una investigación que llegará a perturbarle y a descubrirle partes de su pasado que no recordaba o que no conocía: la escritura de La crisálida del aire. Los destinos de ambos se cruzan aunque no sus mundos. Es aquí donde comienza su la fantasía. En algún momento de su infancia, los dos coincidieron en el seno de una secta. Más tarde, Tengo y su familia se desvinculó de ella. Sin embargo, casi sin saberlo, están conectados, se perciben casi sin recordarse, sobre todo cuando, cada uno desde su mundo, se paran a mirar las dos lunas del cielo.
Sí, en algún momento de la historia, el mundo se divide en dos ¿dimensiones? ¿distorsiones? “la mayor parte del nuevo mundo se sirve del mundo que yo conozco tal y como es. Por eso no noto en mi vida diaria (…) casi ninguna merma. Pero probablemente, a medida que vayan avanzando las partes transformadas (…) el margen de erro podría dañar la lógica de mis actos y hacerme en un error fatal. Si eso sucediera, me costaría literalmente la vida”. Y bajo estas todo un mundo de sectas religiosas que auspician la corrupción política y económica que se empeña en dirigir la vida de la gente, a costa de todos, incluso a costa de sus propios acólitos.
Aunque el narrador no es ninguno de los dos protagonistas, está en tercera persona, los capítulos sí están divididos por los mismos. De esta manera, conseguimos conocer bien a Aomame y a Tengo y la relación entre ambos, a veces intuida, como un fantasma que se impone a la vida real, otras como una certeza. Ademas, está escrita con un estilo poético que logra crear ese ambiente entre misterioso y mágico, muy cerca del ensueño “La frontera entre el mundo real y los frutos de la psique se ha vuelto imprecisa. En el cielo flotan dos lunas. También ellas proceden de un mundo ficticio”
Se trata de un trilogía, por tanto, llena de suspense, magia y poesía. Un libro extraño que ha cautivado incluso a muchos de los detractores del escritor japonés. Ahora os toca a vosotros decidir por dónde empezar: por el principio o por el final.
