Cierre de la trilogía animada de la década

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En 2010, y de manera inesperada, Dreamworks se encumbró en el pabellón del cine de animación con la primera parte de Cómo entrenar a tu dragón. La historia unía las tradiciones vikingas con el mundo mágico de los dragones, tomando de partida, pero de manera muy libre, la serie de cuentos infantiles de la autora británica Cressida Cowell. El resultado dio lugar a una sobresaliente cinta llena de emoción y aventuras, resultante de diferentes estilos (especialmente el Manga y el cine de Espada y Brujería) y que reconciliaba a los espectadores con un estudio que parecía haber perdido el norte.
Sus responsables, con Dean DeBlois a la cabeza, codirector de Lilo & Stich de Disney, no podía pasar por alto la oportunidad de continuar, pero no realizando una serie de secuelas forzadas en busca de más dinero, sino haciendo dos continuaciones que no solo avanzan la historia, sino que más bien la complementan y la engrandecen más si cabe.
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Si en la primera película todo giraba ante el descubrimiento de una gran amistad entre dos criaturas bien diferentes, las dos siguientes, incluido la que ahora se estrena, buscan plantear las complicaciones intrínsecas a hacerse mayor. Sin ir más lejos, la segunda parte, con ese impactante final a la altura de El Imperio Contraataca, situaba el listón tremendamente alto. No suele aparecer en este género un título con semejante carga emocional, tanto para los personajes como para los espectadores. Hacía años que no sentía la emoción colectiva de ver una película en una sala de cine. Uno notaba que las personas que me rodeaban tenían el corazón en un puño (sobre todo en su tramo final) y hasta se dejaban escuchar tímidos lloros entre los asistentes más adultos.
Y es que eso es el cine: sentir emociones y vivir con los personajes. Te involucras tanto con ellos, hay tanta magia en sus personalidades, que cuando ocurre lo que ocurre entras en un estado difícil de explicar.
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Cómo entrenar a tu dragón: El mundo oculto cierra la trilogía con una dignidad sobresaliente. Los creativos de Dreamworks logran en la gran pantalla un colorido despliegue de criaturas, y lo que es más importante, la aparición de una historia que va a años luz del resto de entretenimientos animados. Se trata de una serie de películas que, dentro de su aparente sencillez, le planta cara directamente al género de aventuras fantásticas, posicionándose en algunos momentos a la altura de las sagas épicas de El Señor de los Anillos y Juego de tronos.
Dean DeBlois, autor también del guion, imprime a sus imágenes de una soberbia belleza. Esos vuelos entre Desdentao y su compañera, a través de unos fondos de postal, engrandecen el poder de este género en la pantalla grande. Un gusto por el detalle más allá de los cánones del cine infantil, donde los aspectos técnicos para nada empañan un relato de los de siempre.
Casi no puedo creer que el viaje haya concluido. En mi retina aún tengo grabadas esas escenas con Hipo y Desdentao conociéndose, tal y como me los presentaron en el ya lejano 2010. Todavía sueño con nuevas aventuras, en las que dos dragones danzan por los cielos al ritmo de la brillantísima música de John Powell.

Aquí os dejamos el enlace a su tráiler.
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Francisco Javier Millán

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