La adolescencia es una época extraña. Es un proceso de búsqueda interior, pero también es un momento donde la relación con el exterior es muy importante. En esa relación, todo es blanco o negro. Mientras que las personas adultas se conciben como seres raros que no entienden nada de lo que les sucede, su pandilla es vital. Incluso cuando les lleva a hacer algo que no quieren o rechazan una parte importante de su personalidad. Por eso, son tan vulnerables y por eso, las Familias Activas debemos darles armas que los protejan. Y una de las mejores es, sin duda, el conocimiento. Es por ello que os recomiendo la lectura de Yo Christiane F, un libro que les mostrará, sin mitificación alguna, los desastres de la droga.
Yo Christiane F, un libro para prevenir las adicciones
Recuerdo muy bien el día que abrí ese libro por primera vez. Siempre me había llamado la atención, aunque no lo hacía porque creía que era para mayores. Pero aquel primer día de las vacaciones de Navidad, decidí que era el momento. Tenía 14 años. Era un libro gordo, así que pensé que no me daría tiempo a leerlo durante las vacaciones. Sin embargo, tardé solo 5 días. Estaba enganchada, no podía parar.
Desmitificación de las drogas, la mejor manera de luchar contra ellas
Cuando estaba en el instituto, no prestábamos mucha atención a las charlas sobre prevención de drogas. Ahora veo claro por qué. Lo que nosotros veíamos era a dos adultos diciéndonos lo que teníamos que hacer y que no entendían nada de lo que nos pasaba. Además, algunas sustancias tenían cierto prestigio. Las tomaban los de bachillerato y contaban maravillas y en la televisión, en plena eclosión de Ruta del Bakalao, veíamos cómo la gente que se lo pasaba mejor, consumía. Así que aunque muchos no las tomábamos, por miedo y por obediencia en ocasiones, sentíamos curiosidad y cierta atracción por las mismas.
Este libro autobiográfico puso las cosas en su sitio. Al principio, me enganché precisamente porque me sentía muy identificada con Christiane. No entendía bien a mis padres, me encantaba la música, los libros, el cine, pero en clase me sentía un poco sola. Incluso, coincidíamos en la llegada de una compañera nueva con la que, de repente, conectas más y a la que admiras. Sin embargo, esa conexión va arrastrando a Christiane a tomar decisiones arriesgadas. Con tan solo 14 años comienzan a coquetear con las drogas y a fugarse para ir a las discotecas más famosas del Berlín finales de los 70. Hasta que un día, la madre de su amiga las pilla en el metro. Ahí, se da cuenta del estilo de vida que estaba teniendo su hija, sin que ella lo supiera. El devenir de Chrisitiane les mostrará que los límites que aquella madre puso a su amiga le salvaron la vida.
Sin embargo, la madre de Christiane, dañada por el maltrato del padre, ocupada en trabajar y centrada en mantener su relación con su nuevo novio, no se da cuenta de lo que pasa con su hija. La joven ha conocido a un chico que consume heroína. Ella está fascinada con él y solo quiere captar su atención y tras conseguirla, desea sentir lo que él siente. Como si fuera una prueba de amor. Así que se adentra en una espiral de toxicomanía que la lleva a vivir a la calle, a prostituirse junto a su novio y a contraer diferentes enfermedades, mientras algunos de sus amigos terminan falleciendo. A pesar de sus intentos por dejarlo, en cuanto vuelve a ver a su chico o a sus amigos, recae.
De este modo, descubrí que las drogas no tienen ningún glamour, que la preocupación y los límites de mis padres, tenían sentido. Las drogas no eran divertidas ni alimentaban tu creatividad. Las adicciones te convierten en otra persona, en alguien que solo tiene un objetivo: drogarse. Se acaba la diversión, las aficiones, la familia, los amigos, placer de comer. Se acaba todo. Es posible que os dé miedo dar este libro a los adolescentes de casa, pero si leéis en familia, juntos, podréis hablar sobre el tema, aclarar sus preguntas… para construir un muro de contención a una amenaza que está presente en sus vidas y que no podemos ignorar.