Hace seis años, concretamente en la Navidad del 2012, irrumpió con fuerza ¡Rompe Ralph!, una producción animada de Disney que servía de vehículo nostálgico a toda una generación que se había criado en los recreativos. Aquel filme se sustentaba en el viaje de su protagonista, un inesperado héroe llamado Ralph, a través de los distintos mundos de los videojuegos. Esta dinámica daba lugar a un sinfín de apariciones especiales que hicieron las delicias de los amantes de la cultura popular. Si bien la trama se atascaba, y mucho, en el juego de Sugar Rush, la película logró un sonado éxito de taquilla que propició la llegada de la secuela que ahora nos ocupa.
Ralph rompe Internet sale de la vieja sala de recreativos y se conecta a la red de redes a una velocidad vertiginosa. Y lo bueno es que lo hace superando con creces a la original, aportando numerosas novedades y guiños. Precisamente en su premisa reside el éxito de la misma, ya que la conexión a internet hace que el número de situaciones se multipliquen, logrando secuencias realmente magistrales. Sus creadores son, incluso, capaces de dotar al personaje de Vanellope de un objetivo claro, y alejarla de la irritante comicidad que tenía en su predecesora.
Será la pequeña corredora de Sugar Rush la que protagonice la secuencia cumbre del filme, un absoluto festín para todo fan de Disney que se precie. La casa del ratón Mickey acierta en este punto, adaptando sus personajes clásicos a los nuevos tiempos, y acallando las voces de aquellos que consideran los cuentos de princesas como algo de otro tiempo. Los cameos, que se suceden vertiginosamente, son cuidados hasta el detalle. Si uno hace oído podrá escuchar, incluso, referencias musicales a las bandas sonoras de sus grandes éxitos de antaño. Volver a introducir a compositores como Alan Menken y Jerry Goldsmith en la gran pantalla, dice mucho del grado detallista de esta producción para toda la familia.
Por otro lado, Ralph rompe Internet pone en imágenes el componente abstracto de la red: desde la exposición de los bajos fondos de la dark web (magistral), pasando por el concepto del trending topic, u alucinantes propuestas como la de los mensajes spam y pop ups. En gran medida, aunque no lo reconozcan, la película comparte los mismos genes de aquel experimento titulado Del revés (Inside Out) (2015) de Pixar. Ambas son capaces de representar con derroches de imaginación lo intangible, a medida que avanza una historia donde priman los valores de la amistad y la camaradería. Pilares, en definitiva, fundamentales para entender buena parte de la filmografía de Disney.
En este 2018 que pronto despediremos pocas películas dejaran huella. Ralph rompe Internet es la excepción, convirtiéndose en la mejor película animada del año, y muy probablemente en uno de los títulos más destacados del género en esta década.
Si pinchas en el siguiente enlace podrás ver su tráiler.