Familias Activas, el Frankestein de Mary Shelley cambió mi vida en dos momentos diferentes. El primero fue con 16 años, cuando mi profesor de literatura nos pidió que lo leyéramos. Dos décadas después, me enseñó a perdonar y a comprender a los abusones que me complicaron mucho la vida durante una época. También fue vital para reconciliarme conmigo, víctima y testigo de bullying en distintos momentos. Este proceso comenzó cuando empezamos a leer en familia los textos que leímos en la adolescencia.
La verdadera historia de la criatura del doctor Frankestein
Cuando Manuel, nuestro profesor, nos sugirió Frankestein, en seguida me asusté. Siempre he sido muy miedosa y las referencias que tenía de la criatura eran cinematográficas. Todas ellas eran películas de terror. Mi sorpresa fue cuando descubrí que el “monstruo” era el bueno, mientras que el doctor y las demás gentes civilizadas eran aquellas a las que había que temer.
Si habéis leído la novela, sabréis que el doctor Frankestein creó a su criatura por miedo a la soledad. Por circunstancias que no escribiré para no destriparlo demasiado, el protagonista se pierde a alguien esencial para él. Por tanto, se adentra en una investigación que persigue crear vida a partir de tejidos muertos. Y lo consigue, aunque los resultados no son los esperados.
Cuando ve su creación, su poder, se aterroriza y lo aparta de él. En consecuencia, el monstruo que no es monstruo tiene que esconderse y lo consigue. Él solo busca ser querido, lo único que desea es que lo acepten y lo quieran. Sin embargo, la reacción que Víctor, su creador, tiene se repite cada vez que entra en contacto con un ser humano. Todo el mundo lo rechaza, aunque nadie lo escucha. Nadie ve lo que hay dentro de él, solo ven las cicatrices y sus enormes dimensiones.
En consecuencia, acaba viendo a las personas como enemigas. No obstante, más que el odio por ellas, el monstruo que no es un monstruo siente resentimiento, dolor, incluso cierto terror y una soledad inmensa. Nunca odio. Ni siquiera por quien lo creó para abandonarlo.
Cómo leer en familia Frankestein y convertirlo en una herramienta contra el bullying
Por tanto, en realidad, estamos ante una historia de incomprensión. El monstruo no era un monstruo, era diferente. Y por ello, el resto del mundo huía de él. Si esto no hubiera sido así, la narración nos deja claro que habría sido una persona entrañable, amorosa y sensible. Los buenos actuaron como acosadores, como abusones que destrozaron el alma de una criatura, cuya reacción última se asemeja bastante a la de un niño acosado. Evitamos spoiler de nuevo.
Una buena manera de leer en familia con adolescentes el texto es recrear el proceso de escritura de la novela. Esta nació en una mansión en 1816. Un grupo de jóvenes inquietos, entre los que se encontraba Lord Byron y la propia Mary Shelley, se reúnen en una mansión en Ginebra. La noche, muy lluviosa y fría, se presta al misterio, así que se proponen escribir una historia fantástica. Cada uno la suya y Mary nos regaló esta increíble novela que no deja de impresionarnos.
A las Familias Activas nos encantan hacer de cada momento una experiencia única. Por tanto, ¿qué te parece el siguiente plan? Leed de manera individual el texto. Luego, una noche, la de Halloween sería ideal, disfrazaos al más puro estilo del XIX. Alguien representa el papel de Mary Shelley, así que propone preguntas e incluso algún juego que vaya orientado a reflexionar sobre cómo interpretamos la diferencia, cómo pueden sentirse las personas vistas de este modo y cómo podemos gestionar dichas emociones para fomentar una convivencia entre todos.
¿No te parece divertido? Es una actividad en familia increíble y de mucho valor para todos. Ten en cuenta que en la adolescencia son muy vulnerables a la presión del grupo. Y novelas como esta son increíbles para interpelar a esos miedos y presiones, para que actúen de manera libre, independiente y empática.