¡Qué afortunados somos los que tenemos pueblo! No solo por poder escapar a ellos de los calores y estrés de las ciudades, sino también porque año tras año se convierten en puntos de reunión de toda la familia gracias a sus fiestas patronales. ¡Hoy nos vamos de fiesta!
Suele ser una semana de reencuentros, donde los abuelos se convierten en los grandes anfitriones. Toca compartir cama y disfrutar de tíos y primos. Aquí nuestros pequeños afianzan sus raíces y todos ya sabemos lo importante que es sentirse miembros de la tribu. Y es que, es necesario saber de dónde vinimos para hallar nuestro propio camino. Además la tradición y el folclore popular se revitalizan en estas fechas para conocer más sobre la tierra que ha visto crecer generación tras generación de nuestra familia.
Aquí la abuela nos agasaja con los guisos de la zona gracias a recetas ancestrales y los mayores enseñamos a los más pequeños las bailes y danzas regionales. Hay que poner a punto nuestros trajes para salir al escenario. Seguro que la emoción de ver cómo sigue la tradición empaña los ojos de más de uno.
En la mayor parte de la geografía española las fiestas de los pueblos están asociadas a la celebración de un patrón, virgen o santo católico, convirtiéndose la misa en su honor en el plato fuerte del programa, donde todos sacamos nuestras mejores galas. Pero hay más, mucho más. Y es que, suele ser una semana de actividades que convierten a los días en una auténtica gincana.
El entretenimiento y la diversión están garantizados. Castillos hinchables y camas elásticas para los más pequeños. Y torneos para los mayores. En mi pueblo hay desde el clásico campeonato de mus o la carrera popular de bicicletas hasta tiro al plato. ¡Qué gane el mejor! Nosotros desde luego que intentamos participar en casi todo.
Las tardes están reservadas a la elección de la Reina y las Damas del pueblo. ¡Cómo disfruta mi pequeña cuando ve aparecer una corona y una banda! Siempre nos recuerda que cuando ella sea mayor también quiere ser Reina del pueblo. Y la abuela tan contenta de escucharla, porque se quedó con las ganas de que sus hijas se presentaran. Otra actividad a la que no solemos faltar es al pasacalles del concurso de disfraces. Nuestra peña, este año, vamos de medusas. Desearnos suerte, que el premio es un jamón.
Desde hace un par de años, como cada vez somos más cosmopolitas y el comité de fiestas siempre busca sorprendernos, hasta se celebra en el campo de fútbol la Fiesta Holi. El color nos inunda. Polvo de tiza de colores es el arma de una auténtica batalla que deja la ropa para la basura. Pero cómo la disfrutan nuestras pequeñas.
Y como la tradición manda, también hay corrida de toros, aunque mi familia no es de acudir a esta cita, y orquesta toda la noche. Ale, a darle al pasodoble, las rumbas y mover el esqueleto con las canciones del verano. Pero, sin duda, lo mejor de todo el programa es poder compartirlo y vivirlo con la familia. ¡Que vivan las fiestas!