Hoy toca viajar directamente al corazón del misterio, concretamente a uno de los enigmas que más han seducido nuestra imaginación desde hace más de un siglo. El Lago Ness enclavado en las míticas Highlands, Tierras Altas de Escocia, atrae a miles de visitantes todos los años con la esperanza de que alguno de ellos se haga con la codiciada foto de Nessie, su escurridizo inquilino. El lago se extiende a lo largo de 39 kilómetros, desde Inverness en el norte hasta Fort Augustus en el sur. Y con el fin de enlazar ambos extremos con el mar en el siglo XIX se abrió el llamado Canal de Caledonia, una vía navegable artificial que sumada al lago hace un total de alrededor de 100 kilómetros de distancia.
El celebérrimo “monstruo” está muy presente en la cultura escocesa, sobre todo en lo relativo al turismo. Las tiendas están repletas de muñecos, peluches y toda clase de merchandising relacionado con él, hasta incluso se puede visitar una interesantísima exposición permanente en el Centro de Interpretación que se encuentra junto al Castillo de Urquhart, prácticamente en el centro del lago. Aquí en este enlace podéis encontrar más información sobre el Loch Ness Centre and Exhibition.
Según la tradición los avistamientos de la criatura se remontan a más de 1500 años, entroncando directamente con el folclore local de la región. La primera referencia documentada se puede consultar en un texto del siglo VII titulado Vida de San Columba, donde se detalla que en el año 565 San Columba, un destacado monje misionero, ayudó supuestamente a un individuo que era atacado por un animal que emergió de las profundidades del lago.
Muchos años más tarde la prensa de finales del siglo XIX comenzó a airear el tema hasta alcanzar su máxima popularidad en 1934. En abril de ese año se publicó la fotografía más famosa sobre Nessie tomada por el cirujano R. K. Wilson (aunque finalmente su autoría se desmintió), donde se veía a un ser de cuello largo asomándose a la superficie. Sobre la misma se han escrito ríos de tinta, y aunque todo huele a fraude, algunos la consideran como la prueba definitiva.
Todas las descripciones de su aspecto apuntan a los extintos plesiosaurios, unas criaturas que habitaron los océanos de la Tierra durante los periodos jurásico y cretácico. Esta posibilidad siempre ha sido cuestionada por los científicos, ya que sería imposible que un ser de estas dimensiones habitase estas aguas. Para ello tendría que existir una colonia permanente y el alimento suficiente para que se mantuvieran con vida. A este respecto algunos han sacado a relucir la teoría de posibles cavernas subterráneas y que a través de ellas los animales se movieran entre los distintos lagos e incluso el océano Atlántico.
Sean o no ciertas todas estas argumentaciones, el viajero puede experimentar el misterio a través de sus propios ojos. Las vistas del lago son inolvidables, sobre todo cuando la bruma se pega a las montañas que lo circundan. Para una mejor observación se recomienda llegar hasta el Uquhart Castle navegando con la compañía Jacobite Cruises. Aquí en este enlace encontraréis toda la información sobre los cruceros. Su eslogan hace honor a la experiencia que uno puede vivir: “Loch Ness, navegarlo para creerlo”.
Visité el lago en 2001 y pasé en sus orillas tres maravillosos días. El monstruo en aquella ocasión no se dejó ver, pero lo curioso fue que, sin darme cuenta, se había metido en mi bolsa de viaje. Desde entonces ronda por casa con sus característicos atuendos escoceses. Si queréis conocerle podéis escribirme a través del blog y yo mismo le transmitiré vuestros mensajes. Estará encantado de responder todas vuestras respuestas sobre los enigmas de las Tierras Altas de Escocia.