No es habitual que en la cartelera cinematográfica se cuelen películas especiales; films que, sin tener grandes atributos dramáticos, logran en buena medida introducirse en las emociones más profundas de nuestro corazón. Hermanos del Viento consigue este objetivo, mostrando en la pantalla abrumadoras escenas naturales, con un niño y una pequeña águila como protagonistas.
La historia gira alrededor de Lukas, un chico que trata de salvar la vida de una cría de águila que se ha caído de su nido, mientras se enfrenta a un fatal destino familiar tras la muerte de su madre en un incendio. El muchacho, que carga profundamente con esta tragedia, encontrará, en el cuidado de esta ave, el amor y la compañía que tanto le hacen falta.
El director español Gerardo Olivares, en colaboración con el documentalista Otmar Penker, ha realizado esta cinta de incontestable belleza. Su rodaje se llevó a cabo en los Alpes, entre las fronteras que separan Italia, Suiza y Austria respectivamente. Según sus palabras: “Hermanos del Viento es una película familiar de ficción donde la naturaleza es la gran protagonista”.
Olivares cierra su trilogía dedicada a los niños y la naturaleza. Primero fue Entrelobos (2010), sobre la historia real de un joven cuidado por los lobos en las sierras andaluzas, para luego continuar con El Faro de las Orcas (2016), en la que una madre y un hijo autista viajan a la Patagonia de Argentina en busca de las orcas salvajes.
Como viene siendo habitual en su cine, su última película tiene un despliegue audiovisual espectacular, a la altura de los mejores documentales internacionales de naturaleza. La cámara acompaña a las águilas en sus vuelos frente a las escarpadas rocas, fruto del duro trabajo realizado con 17 aves, desde polluelos recién nacidos, hasta águilas en edad adulta. Una de ellas, en concreto, fue entrenada para que portase un arnés con la cámara, con el fin de introducir a la audiencia plenamente en la acción. Esto permite captar, con una calidad impresionante, la cacería de un zorro en pleno invierno, o las luchas con otros ejemplares de águila. De entre todas ellas destaca, especialmente, la escena de la avalancha de nieve; uno de los momentos cumbre, que quita el aliento, en el clímax final.
Parte de esta experiencia sensitiva se logra gracias al sonido. El director añade: “Hemos creado un sonido con el que pretendemos que el espectador se sumerja dentro de la montaña y realmente sienta la naturaleza”. Por ello se recomienda que veamos este film en pantalla grande y con sonido envolvente, ya que de esta manera disfrutaremos de su grandeza.
Hermanos del Viento recuerda en buena medida a los documentales ficcionados de Jean-Jacques Annaud. Este director francés realizó en la década de los 80 un film prodigioso titulado El Oso (1988), cuya relevancia provocaría que, muchos de los jóvenes de la época, se interesasen por la protección de la naturaleza. Esta misma hazaña la repitió unos años más tarde con Dos Hermanos (2004), con una pareja de tigres de bengala como protagonistas, y con El último lobo (2015), su última producción de estas características hasta la fecha.
Si bien la repercusión de El Oso es difícil de alcanzar en nuestros días, la película de Olivares se acerca a sus raíces. En ambas encontraremos las mismas intenciones de amar y proteger a los animales. No nos olvidemos que son seres vivos que habitan, al igual que nosotros, este frágil planeta.
Aquí podéis ver el tráiler.
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LA NATURALEZA CUAN INCREIBLE Y PERFECTA ES