“El método Williams”

El método Williams se revela como un biopic de manual. Nos presenta la vida de Richard Williams, un padre que no desiste en el empeño en convertir a sus hijas en las tenistas más extraordinarias de todos los tiempos. Richard tiene una visión muy clara del futuro de su familia, y se sirve de métodos notablemente arriesgados y poco convencionales. Para ello, elabora un plan que llevará a Venus y Serena Williams desde las peligrosas calles de Compton, California, al olimpo más alto del deporte. Las dos se convertirán en iconos y referencias mundiales.

De nuevo, el actor Will Smith se pone en modo dramático, al igual que hizo en otras propuestas similares como “Belleza oculta” (2016) o “En busca de la felicidad” (2006). En ambas hay una clara intención de mostrar el sempiterno tema de la superación frente a la adversidad, y en la última, en concreto, el objetivo de alcanzar el archiconocido sueño americano. Smith no solo se pone al frente del reparto, con una transformación algo exagerada, sino también ejerciendo como productor. Este grado de implicación se nota en cada una de las escenas, no sin antes observar cierta sensación de piloto automático en lo que al drama familiar se refiere. Sin que el espectador sepa la historia real de fondo, cualquiera con un poco de pericia cinéfila averiguará con total precisión por donde irán los derroteros.

Aun así, sin interesarnos por el tema deportivo, el guion y las interpretaciones, en especial la de las dos jóvenes actrices, provocan un visionado agradable lleno de valores familiares y personales muy a tener en cuenta. Richard Williams puede parecer un hombre desquiciado y protector, pero, en el fondo, va consiguiendo punto por punto todas las metas que se ha impuesto a sí mismo y a su familia. Su mayor preocupación consiste en sacarlas de un destino que condena a sus hijas a vivir en un barrio deprimido y con los peligros subyacentes al mismo con la llegada a la adolescencia. Pero todo no se queda aquí. La historia también incide en poner en valor la infancia, por encima de su explotación comercial. Ser paciente y aparecer en el momento que sea oportuno. Dejar que estudien y proteger su adolescencia. Y, sobre todo, una vez alcanzado el triunfo no alardear por los logros obtenidos.

Algunos espectadores verán en estos mensajes una mirada conservadora del espíritu norteamericano de toda la vida. Nada más lejos de la realidad. Los valores del filme se pueden extrapolar a otras dimensiones, independientemente del país en el que vivas o la misión que desempeñes. Ser discreto y cauteloso en tu preparación diaria, y triunfar de manera inesperada cuando llegue el momento.

Si queréis ver su tráiler, lo encontraréis pinchando en el siguiente enlace.

 

 

Francisco Javier Millán

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