Puede resultar paradójico que cuando los animales están desapareciendo poco a poco de los circos sea el momento de mayor esplendor de esta clase de espectáculo. Pero no lo es tanto, porque los circos siempre han significado mucho más que el amaestramiento de las bestias. Es el humor de los payasos y son las pericias de los acróbatas. Dos ingredientes que, por sí solos, ya justifican una visita al Circo Mágico, que estará instalado en el recinto ferial de Ifema de Madrid hasta el próximo 28 de enero.
Las navidades más mágicas
De los mismos productores del Circo de Hielo, sus creadores han querido situar esta vez los números circenses alrededor de la historia de la magia, narrada por un muñeco animado en forma de un enorme árbol de más de cinco metros que impresiona por su tamaño, pero también por sus precisos movimientos de boca y ojos. Seres mitológicos, como faunos, elfos, hadas y duendes aparecen en escena para enmarcar cada momento con una coreografía y un vestuario que nada tienen que envidiar a otros grandes espectáculos.
Más de 30 artistas en el escenario
El escenario cuenta con una carpa que actúa de envoltorio de los espectadores, ya que los techos actúan de enorme bóveda para proyectar las constelaciones del zodíaco, origen incierto de la pasión de los hombres por la magia. Todo un despliegue tecnológico que atrapa todos los sentidos de niños y adultos ante la narración de una historia brillantemente contada.
Pero este mérito tecnológico sería algo fatuo en un espectáculo de circo si no fuera porque son precisamente la belleza de los números de los acróbatas, que actúan sin protección, y los sencillos pero efectivos golpes de efecto de los clowns -en este caso encarnados en la figura de un duende y de un elfo- lo que más emociona y, a su vez, divierte de toda la trama mágica.
Tras la lograda escenografía y el atractivo envoltorio de la historia, los niños y sus padres disfrutan casi sin darse cuenta de circo en estado puro, asustándose ante la majestuosidad de ciertos equilibrios en el aire y disfrutando de las risas espontáneas por las bromas de los payasos. Sin duda, uno de los grandes atractivo del Circo Mágico. Unos afortunados (cuidado qué butaca escoges) tienen, incluso, la oportunidad de salir a escena y participar en algunos de los números que componen este gran show.
Dos horas de espectáculo, de risas y de muchas emociones que terminan, casi por arte de “magia”, con nieve sobre el escenario y con un mensaje que bien deberíamos repetirnos los mayores cada mañana al levantarnos y transmitírselo a los más pequeños: Todos tenemos una luz en nuestro interior que nos hace brillar. ¿Cuál es la tuya?