Ir al teatro con niños es someterse a un ejercicio de sinceridad extrema: o les gusta o no les gusta. Pero con ellos ni siquiera sirve la excusa de haber pagado la entrada para buscar cierto consuelo, si no nos ha gustado del todo la obra. Por eso cuando una representación atrapa la atención de los espectadores de más corta edad se puede decir sin lugar a dudas que el espectáculo merece la pena. Y si esta obra es musical, no hay nada más sintomático del éxito de la función que el hecho de que los niños se pongan a tararear las canciones durante el camino de regreso a casa y, al cabo de los días, continúen entonándola.
Esto es lo que ocurre después de asistir a una representación del espectáculo musical Caperucita Roja, que se puede ver estos días en el Teatro Nuevo Alcalá de Madrid (domingos a las 12.30 horas). Aunque la historia de la niña que se introduce en el bosque para llegar a casa de su abuela enferma es de sobra conocida, esta versión rompe todos los esquemas tradicionales, tanto a la hora de desarrollar el argumento como en la puesta en escena. Para empezar, Caperucita no se presenta como una niña inocente, con miedo a ir sola por caminos desconocidos y que obedece sin rechistar a su madre.
Un lobo muy rockero
Al contrario, aparece como una niña de hoy en día, que se cuestiona las cosas, que aplica la lógica a las recomendaciones que le dan los mayores y que no se deja intimidar fácilmente por nadie, aunque con las ideas propias de una personita de doce años. Por eso el lobo feroz no la asustará tan fácilmente como en el cuento original, sino que tendrá que desplegar todas sus artimañas de estratega, “disfrazado” de estrella del rock (destacar la gran voz d este personaje y la soltará por la que se mueve en el escenario), para enredarla mediante juegos de palabras e intentar ganarse su confianza.
Y aquí es donde esta versión musical de Caperucita puede atrapar a los niños un poco más mayores de la familia, porque los lobos del siglo XXI pueden presentarse bajo una variedad de disfraces tan numerosa que es mejor utilizar el sentido común para desenmascararles.
Con divertidas canciones y enredos, esta versión del cuento de los Hermanos Grimm se convierte en un espectáculo muy entretenido para toda la familia, ya que sabe conectar con la forma de ser de las niñas de hoy en día, pero manteniendo la esencia de la historia: cómo desconfiar de los desconocidos que quieren embaucarnos con sus maldades. Y todo mediante una adaptación musical del cuento que mantiene a los más pequeños cantando todo el rato.