Camping Vall de Camprodón, naturaleza para disfrutar en familia

Hace tiempo que queríamos conocer el Camping Vall de Camprodón porque nos habían hablado unos amigos de él. Lo que no imaginaba era que nuestra experiencia iba a ser tan satisfactoria. Si con solo una palabra tuviera que definir este lugar os diría relax. Sí, si, es un lugar enfocado a las familias, llenito de bebés y niños, sin embargo, hemos estado tres días largos allí y la sensación que he tenido ha sido de paz y reposo en plena naturaleza. Tenéis que ir de verdad. No solo me ha encantado el camping sino todos aquellos lugares que desde el mismo se puede acceder. Aquí os voy a hacer un resumen pero seguro que me quedo corta, porque este camping es para venir una y más veces.

Para empezar os hablaré de este lugar privilegiado en el Pirineo Catalán, en Camprodón, una zona rodeada de magníficos paisajes tanto en invierno como en primavera, verano u otoño. La vegetación es única. Las montañas que rodean al Camping son verdes y no hablemos de las zonas cercanas: la Vall de Núria, el parque de animales Molló Parc, la zona volcánica de la Garrotxa i la Fageda d’en Jordà. Aquí fuimos en nuestra primera excursión y pasamos todo el día.

Antes de tener hijos ya había visitado alguno de sus volcanes. Ahora en familia, la visita ha sido mucho más mágica y maravillosa. La Fageda d’en Jordà crece sobre la colada del volcán del Croscat, que se extiende por los municipios de Santa Pau, Olot y les Preses. Es un bosque de hayas (fagedes en catalán), excepcional, un lugar llano, con colinas suaves y una altitud de 550 m. El acceso en coche está prohibido así que hay varias opciones de visitar La Fageda d’en Jordà con niños (a caballo, en bicicleta, a pie…). Nosotros fuimos en carruaje de caballos y lo pasamos genial. Es muy aconsejable si vais con niños. Antes de coger el carro hay una zona de picnic en la que comimos y luego nos preparamos para la excursión que dura 50 minutos.

El carruaje nos adentró en este bosque de hayas y hadas. El verde que le caracteriza se debe a la humedad perfecta que hay en su tierra, gracias a las rocas volcánicas que hacen que el drenaje de agua sea muy eficaz. Las hayas alcanzan los 25 metros de altura. Si queréis coger el carruaje con los peques tenéis que ir hacia el aparcamiento de Can Serra Km 4, en la carretera de Olot a Santa Pau, a mano derecha lo veis en seguida. Está abierto todo el año de 10 a 18 horas.

Desde allí, por la misma carretera y a cinco minutos, fuimos a montar en poni al Lava un lugar desde el que podéis coger un carrilet que sale cada hora para visitar toda la zona volcánica de la Garrotxa. Nosotros esta excursión preferimos hacerla a pie con nuestros peques para disfrutar más de la naturaleza que nos rodeaba. Llegamos hasta las gradas del volcán del Croscat por un camino muy agradable y bucólico. El volcán parece cortado como un pastel de chocolate.

Al salir de allí quisimos entrar en la famosa cooperativa de yogures de La Fageda pero estaba cerrada por obras. Al volver al camping, disfrutamos de sus servicios. Hay una zona lúdica fantástica para los peques con pista polideportiva, tirolinas, columpios. De hecho hay tres zonas de juegos completamente acondicionadas y enfocadas a diferentes edades. Una para bebés que estaba junto a nuestro chalet canadiense. Otra para niños a partir de 5 años, con un preciosa casita de madera en miniatura y otra con rocódromo y tirolina para más mayores. Mientras los peques jugaban sentíamos a las vacas muy cerca pues el camping está rodeado de zona de prados de pasto. Valentina estaba encantada descubriéndolas no muy lejos en las montañas.

Bajo el restaurante-cafetería, junto al que hay un pequeño supermercado, se encuentra la sala de juegos con el futbolín y otras máquinas, una área tipo chiquiparc (pero sin bolas) con cocinitas, pizarras y cojines de colores. También allí está el cine. Todas las tardes a partir de las 19 h. emiten películas infantiles.

El camping tiene muchos más lugares y servicios (lavado de coches, lavandería automática). Nosotros nos alojamos en un chalet canadiense como os decía y desde luego fue magnífico. Es una casita de troncos (com las de los tres cerditos) con todo lo que podáis necesitar, dos habitaciones completas (una con cama de matrimonio y otra con dos literas y una cama más nido), cocina con microondas, nevera grande y lavavajillas, comedor con sofá cama también, baño y aseo, terraza, barbacoa… Tenía hasta un pupitre de trabajo, cafetera, secador para el pelo (algo que yo valoro), batidora para papillas, tostadora y la ducha ¡era con hidromasaje! Una maravilla. Y el WiFi rápido y gratuito.

El Camping La Vall de Camprodón también tiene Bungalows con capacidad para 4 hasta 12 personas construidos en madera y mobil-homes. Todos están equipados con calefacción central y agua caliente, con baño completo y ducha, cocina con nevera y microondas, televisión, barbacoa y espacio para dejar el vehículo. Pensad que en muchos campings os lo hacen dejar fuera, así que esto también hay que tenerlo en cuenta. Me gustaron los Pods, unas casitas de madera estilo iglú ideales para mochileros.

Tienen una piscina preciosa al aire libre que me imagino en verano estará a tope de niños. Además del parque infantil en verano hay hípica. Si es bonito así verde, imaginarlo nevado. Junto al camping hay una pequeña granja de animales que podéis visitar tranquilamente andando con los niños. También andando llegáis hasta el Santuari del Remei (a 1,5 km siguiendo la ruta asfaltada dirección Sant Pau de Segúries). Es una ermita preciosa solitaria entre las montañas. Está cerrada pero merece la pena contemplar sus campanarios.

Desde esta zona podéis visitar muchísimos sitios más. Nosotros nos quedamos con ganas de subir hasta la Ermita de Sant Antoni, desde la cual parece que hay unas vistas excepcionales. Es una ruta de 3 horas y 10 km a pie pero en coche, si vais con los niños, podéis hacerla pasando la zona del Golf de Camprodón. Del Molló Parc ya os hablé en otro artículo de este blog de viajes para familias. También podéis visitar Ripoll, Sant Joan de les Abadesses, Setcases, Beget y Camprodón.

Camprodón está lleno de magia con sus calles empedradas, el Pont Nou, el paseo Maristany con las casas señoriales modernistas y la calle Valencia con sus tiendas. Hay un mercado semanal todos los domingos en el centro y quisimos acercarnos a él. Más no pudimos hacer porque queríamos disfrutar del Camping y de la tranquilidad de la zona. Seguro que volveremos a hacer nuevas excursiones. Este es un punto de partida ideal para ello.