Siempre que acudes al teatro a ver una adaptación de una reconocida película te invade el miedo de si se ajustará a las expectativas creadas con antelación. Y eso fue lo que nos pasó a mi marido y a mí hace unos días cuando fuimos a ver el musical Billy Elliot, mundialmente conocido por el largometraje que se estrenó en el año 2000 y que arrasó en taquilla y en los más prestigiosos premios a nivel mundial (3 Oscar, 3 Globos de Oro y 13 premios Bafta).
Recientemente, una cadena de televisión emitió esta cinta. Después de casi dos décadas, volvimos a reír, llorar y bailar con la historia de este joven nacido en un pueblo del norte de Inglaterra en la que los hombres practicaban boxeo, bebían cerveza y trabajaban en la mina. Lo hicimos acompañados de mi hija mayor de 7 años -mi particular Billy Elliot como la he rebautizado desde entonces porque va a todos los sitios bailando- y con la experiencia de ser padres de dos criaturas que nos han cambiado la vida, algo que hizo que apreciéramos detalles de la película que hasta ahora habían pasado desapercibidos para nosotros. Después de este segundo visionado de la película original, lo teníamos claro: queríamos ir a ver Billy Elliot, el musical, que actualmente se representa en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid (estará en cartelera hasta el 15 de julio y volverá a levantar el telón el 24 de agosto).
Los mensajes de Billy Elliot
Billy Elliot es uno de esos musicales que cada escena va soltando pequeños mensajes que llegan directamente al corazón, sobre todo si eres padre. Situaciones como las que vive Jackie, padre de Billy, que no acepta al principio la pasión de su hijo -el baile- por el simple hecho de que se algo “más típico” del mundo femenino (¡malditos clichés!). También la importancia del apoyo de los progenitores en la realización de los sueños de sus hijos, porque solo así éstos se pueden hacer realidad.
Lloré en muchas ocasiones viendo sobre el escenario el significado de ser padre y todas las cosas que uno puede hacer por sus hijos, incluso hasta renunciar a sus propios ideales, y reafirmándome en el poder que la unión familiar tiene, aún en aquellos clanes en los que un miembro ya no está (la madre de Billy Elliot murió, aunque su presencia en la obra es importante). Y es que como dice la letra de una de las canciones más emotivas del espectáculo: “Los heridas se curan, los miedo se pasan”.
Desde el punto de vista más técnico no se le puede poner ninguna pega. La calidad interpretativa de todo el elenco (mención especial para el reparto infantil) no tiene parangón y hace que te olvides inmediatamente de los actores de la película. Cada actor/bailarín sabe hacer suyo el personaje y dotarlo de una personalidad especial. La maravillosa escenografía te hace viajar en cuestión de segundos del gimnasio de boxeo a la casa de Billy Elliot o a la mina; la música en directo, a cargo del maestro Joan Miquel Pérez, se convierte en un protagonista más de este mágico musical; las poderosas canciones ponen la piel de gallina a mayores y no tan mayores (el espectáculo no está recomendado para menores de 8 años) y las “imposibles” coreografías hacen que tengas que abrir y cerrar los ojos rápidamente para darte cuenta de lo que sus bailarines son capaces de hacer con unos “simples” movimientos de pies y piernas.
El éxito de Billy Elliot
Este musical ha marcado un antes y un después dentro de la cartelera teatral de Madrid (por cuestiones técnicas y de movilización de todo el equipo, en su mayoría niños, no viajará por otras ciudades españolas), consiguiendo alzarse en la XI entrega de los Premios del Teatro Musical con siete estatuillas: mejor musical, mejor actriz principal (Natalia Millán), mejor actriz de reparto (Mamén García), mejor coreografía, mejor escenografía, premio crea y el premio excepcional para todo el elenco infantil de Billy Elliot.
Este montaje también cuenta con el reconocimiento del público (250.000 personas han visto hasta la fecha esta obra maestra) y de la crítica, logrando mantenerse desde su estreno en octubre durante 30 semanas como en el puesto número uno de los espectáculos mejor valorados por los más destacados críticos teatrales. ¿Te faltan más razones para reservar tu entrada?