Para quienes hemos crecido cerca del mar, la Noche de San Juan o la celebración del Solsticio de Verano es una de las celebraciones más importantes del año. Además, al ser justo cuando termina el curso, lo relacionamos con la llegada de libertad, con el comienzo de las tardes interminables de playa con los amigos… Algo que, cuando eres adolescente, se inaugura con toda una noche de diversión junto al mar, en medio de hogueras, música y sacos de dormir. Pero, además, también podemos aprovechar todos estos rituales para conocer mejor a los peques de las Familias Activas, ¿quieres saber cómo?
Usa las tradiciones de San Juan para acercarte a los pequeños
No importa la edad que tengan, siempre eligen qué contarnos. Pero es cierto que a medida que avanza el tiempo, la cantidad de información que tenemos de sus vidas se reduce considerablemente. No obstante, esta característica de la pubertad y de la adolescencia puede mitigarse si creamos espacio de confianza con inteligencia. De hecho, este es uno de los importantes beneficios de incluir planes en familia en nuestra vida diaria.
La Noche de San Juan es una ocasión perfecta, sus tradiciones nos permiten establecer diálogos interesantes entre nosotros. Diálogos que nos llevaran a sincerarnos con ellos y que ellos hagan los mismo con nosotros.
La hoguera es tu gran oportunidad para que tus hijos confíen en ti
Como siempre, lo ideal es preparar la noche con antelación. En algunos lugares, se quema aquello que borrarías de tu vida, en otros lugares se prenden los deseos. Os aconsejo que cumpláis con los dos ritos. Gracias a ello, podemos introducir en casa la conversación sobre aquello que les perturba y les hace daño, así como aquello con lo que sueñan. Es importante que nosotros participemos activamente en la conversación. De esta manera, ellos se sentirán en una situación de igualdad.
¿Os cuento cómo lo hago con mi familia? Comienzo siempre con “¡ya queda una semana para San Juan!” A partir de aquí empiezo a sugerir que vayan pensando “qué quitarían” y “qué pondrían”, un juego que me encantó de la película El patio de mi cárcel. Esto ya empieza a causar cierto revuelo, comentarios que revelan ya información. A lo largo de la semana voy mencionándolo y justo la noche de antes del Solsticio de verano, nos reunimos en casa. Hacemos una cena especial, de pizza y refrescos, y terminamos en el suelo. Leemos nuestros deseos y aquello que borraríamos, con la promesa de no hacer comentarios durante la lectura.
Por supuesto, el día siguiente vamos a la playa a quemar estos papeles juntos. Cuando estamos allí, hay un ambiente tan festivo y familiar que nos da pie para relajarnos y a la luz del fuego, charlar sobre lo que sucedió en casa. Como os decía, la igualdad es esencial en este aspecto, así que cuando estamos frente a la hoguera, soy yo la primera en usar alguna de mis anotaciones para que se produzca el tema del que más me interese hablar.
Así, el año pasado, cuando “quité” la ansiedad por el futuro, descubrí que a mi sobrina le asustaba perder a sus amigas el curso siguiente. Al cambiar de ciclo, iba a empezar el instituto y no iba a estar en el mismo centro que sus amiguitas. Charlando en la hoguera, me confesó que tenía miedo de perderlas y de encontrarse sola en su nuevo centro. De esta manera, me di cuenta de que a pesar de su madurez, escondía una falta de autoestima seria que pudimos empezar a trabajar entre todos, empezando por inscribirla en un campamento, donde pudiera comprobar lo fantástica que es, aunque no estuviera con sus compañeras de toda la vida.
Este es solo un ejemplo de algo que venimos señalando en Familias Activas: las fiestas son los mejores momentos para acercarnos a los pequeños y a los adolescentes. El ambiente relajado y distendido hacen que bajen la guardia y hablen de cosas que, generalmente, ocultan
