Esta Semana Santa queríamos hacer un viaje en familia especial. Tuve la suerte de estar en Dublín antes de la pandemia y ahora quería conocer con mis hijos el corazón de Irlanda. Pensad que esta es una isla muy bella, un destino perfecto a sólo 2 horas y media de España en avión, con localidades llenas de música, diversión, encanto, cultura e historia. Sus verdes paisajes enamoran a todo el que los visita. Es una reserva natural llena de experiencias únicas y, además, la calidez de los irlandeses es la mejor carta de presentación de este país. La gente es muy hospitalaria y amable, siempre dispuestos a ayudarte. Hemos tomado Dublín como punto de partida para realizar nuestras excursiones y descubrir esa otra Irlanda auténtica en la zona de las Hidden Heartlands, con sus canales, lagos y ríos, con pueblecitos llenos de encanto y con gran patrimonio histórico y arqueológico. Te invitamos a descubrir esta ruta maravillosa.
Dublin, Trinity College y Book of Kells
Iniciamos nuestro viaje en Dublín, donde solo pasamos una noche antes de partir. Visitamos la ciudad al completo incluyendo el Trinity College. Esta en pleno corazón de la capital y es una universidad de prestigioso que alberga una joya del patrimonio cultural de Irlanda: el Libro de Kells. Es uno de los manuscritos más famosos de la historia. Exquisitamente ilustrado contiene los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento en latín y data de alrededor del año 800 d. C. Casi todas sus 680 páginas presentan imágenes de criaturas míticas, iconografía cristiana y símbolos celtas.
Un manuscrito tan impresionante como el Libro de Kells necesita una biblioteca que iguale su majestuosidad y la Old Library del Trinity no decepciona. El magnífico edificio de 300 años de antigüedad alberga más de 200.000 de los libros más antiguos del Trinity College. La sala principal de 65 metros es la magnífica Long Room. Tiene una hermosa bóveda de cañón de madera, vigas de roble oscuro y bustos de mármol. Durante nuestra visita la estaban reformando, así que en las fotos no la veréis toda repleta de libros.
Powercourt Gardens, Enniskerry
Al día siguiente, alquilamos un coche y seguimos nuestro recorrido hacia el condado de Wicklow. Parada obligatoria son los jardines de Powerscourt, entre los más bonitos del mundo (número 3 del Top 10 de National Geographic). De hecho Wicklow es conocido como ‘El Jardín de Irlanda’ por sus fabulosos parajes ideales para pasear o hacer senderismo.
Para llegar a ellos tenéis que ir a la mansión de Powerscout que se construyó en el siglo XVIII y fue elogiada como “gran villa del Renacimiento italiano”. Bien podría haber sido escenario de la serie The Bridgerton. Comimos en su café restaurante Avoca, especializado en pasteles, ensaladas y sopas muy saludables. Luego fuimos a pasear por los jardines y recorrimos las pagodas del frondoso, lúdico y encantador jardín japonés.
A 9 minutos en coche de allí (a 6 km de la finca) está la cascada más alta de Irlanda con 121 m de caída. The Powerscourt Waterfall está situada en un valle espléndido entre las montañas Djouce y Great Sugar Loaf. Es el ejemplo perfecto de la belleza natural y salvaje. Es sencillamente maravillosa. Nos sentamos en la orilla para ver fluir el río sobre rocas y piedras. Este es un lugar que da paz e ideal para familias, ya que tiene muchas mesas de madera para hacer un picnic o una barbacoa, así como una zona de columpios infantiles.
Explorar Glendalough
Tras la cascada pusimos el GPS dirección a Glendaloug, un lugar místico en Irlanda. Veréis como las ruinas de un monasterio cristiano del siglo VI, rodeadas de lagos, bosques y montañas de una belleza sobrecogedora, os dejarán huella. En el monasterio de piedra vivió un ermitaño del siglo VI. Este hombre, considerado uno de los primeros místicos cristianos de Irlanda, pasaría a los libros de historia como San Kevin.
Glendalough es un destino que cautiva tanto a los amantes de la naturaleza como a aquellos que poseen alma de exploradores. Patrimonio monumental y paisajístico, es una de las mejores escapadas de un día desde Dublín. Podéis caminar por sus senderos señalizados con colores. Los hay de entre 1 y 11 km de longitud y de distinta dificultad. Los más bonitos son los que ascienden por las laderas de las montañas que rodean los lagos. Desde lo alto de las mismas, se disfruta de unas panorámicas impresionantes.
También podéis transitar por los caminos asfaltados que unen ambos lagos. Veréis también que hay mesas de picnic y lugares para parar y contemplar la naturaleza con total tranquilidad.
Avondale Beyonde Trees
Seguimos nuestra visita en coche hacia Avondale Beyonde Trees. En este parque forestal han instalado una pasarela de 700 metros de largo por la que pasear y contemplar la copa de los árboles. Al final del recorrido hay una torre mirador con un tobogán en espiral, el más alto de Irlanda hasta el momento, desde el que podéis lanzaros a 35 metros de altura. Da respeto desde arriba pero va muy lento así que es apto para todas las edades.
Si en lugar de seguir nuestra ruta llegáis desde Dublín, Avondale Forest Park, está al sur a unos 65 km. Las entradas para acceder a Treetop Walk and Viewing Tower cuestan 14 € por adulto, 11 € por niño (los menores de 3 años entran gratis); mientras que las entradas familiares tienen un precio de 38 € para una familia de hasta cinco personas. Hay aparcamiento disponible por unos cinco euros al día.
Cenar en Johnnie Fox’s Pub
No se vuestros hijos, pero los nuestros tienen hambre a todas horas así que aprovechamos la cafetería del Avondale Forest Park para hacer una merienda antes de seguir la ruta hacia nuestro hotel. Nos alojamos en The Martello, en Bray, ante el paseo marítimo con unas vistas muy bonitas al mar de Irlanda. La verdad es que es un hotel de playa chulísimo, por eso os lo recomendamos.
Desde ahí fuimos a cenar al pub irlandés más original que hemos visto jamás: Johnnie Fox’s, en Glencullen. Es un sitio curioso y agradable con historia en todas y cada una de sus paredes. La comida estaba perfecta. Disfrutamos de música y espectáculos en directo. Veréis que es una típica casa irlandesa, decorada en su interior con cuadros de sus visitantes (incluidos españoles célebres) y aperos de campo. Todo muy irish. El servicio rápido y amable.
The National famine museum at Strokestown Park
El tercer día de nuestro viaje nos dirigimos desde Bray al Strokestown Park en Roscommon, donde se encuentra el Museo de la Hambruna. Visitando este museo, se entienden muchas cosas de la historia de Irlanda, que nosotros particularmente no conocíamos.
A finales de 1845, una terrible plaga destruyó las plantaciones de patata de la isla en cuestión de semanas. El cultivo de la patata era el principal sustento del país en aquel siglo. La economía de las familias se desplomó, lo que provocó la muerte de un millón de personas y la emigración de otro millón. Irlanda recuerda la Gran Hambruna en este museo que retrata este trágico momento de la historia a través de una exposición interactiva y gracias a la amplia documentación que atesora. El museo está ubicado en la finca y mansión del primer terrateniente que fue asesinado durante la hambruna.
De la finca de Strokestown, en mayo de 1847, partieron caminando hasta Dublín 1.490 personas. Un total de 165 km, a los que se añadieron más kilómetros en barco desde Liverpool hasta Quebec. Solo la mitad de ellos sobrevivieron a este terrible viaje. En el museo la exposición hace el recorrido por los principales sucesos que tuvieron lugar en aquellos años, y concretamente, el que realizaron esas 1.490 personas en los llamados “barcos ataúd” que los llevó hasta América del Norte. Fue terrible.
The National Famine Museum es el punto de partida de la Ruta Nacional de la Hambruna, una ruta a pie y en bicicleta que sigue los pasos de los 1.490 inquilinos de Strokestown que, tras no pagar el alquiler, fueron conducidos de Roscommon a Dublín para embarcar en esos barcos de emigrantes. A lo largo del camino hay unas 30 esculturas de bronce de zapatos de niño, un recordatorio de los niños que recorrieron la ruta. La Ruta Nacional de la Hambruna termina en el EPIC, el Museo de la Emigración Irlandesa, que relata 1.500 años de historia irlandesa, explicando cómo, dónde y por qué emigraron los irlandeses y su influencia en el mundo.
Crucero con Le Boat en el río Shannon
Tras visitar el museo dejamos nuestro coche aparcado en Carrick-on-Shannon e iniciamos una de las partes más creativas de este viaje. Un crucero fluvial con nuestro propio barco para descubrir el corazón secreto de Irlanda. Estos cruceros que organiza la empresa Le Boat son una manera diferentes de descubrir la Irlanda más local y auténtica, haciendo paradas en los pueblecitos que baña el río Shannon.
El barco no lleva patrón, es decir lo conducimos nosotros y, aunque indican desde la empresa que no se necesita licencia, creemos que sí es bueno tener alguna noción de navegación. En nuestro caso tenemos el PER (que es el título de patrón de barcos recreativos) y hemos hecho los cuatro en cursos de náutica. Además, solemos navegar todos los veranos en barcos mucho más pequeños que este yate de Le Boat completamente equipado, con tres camarotes, tres baños, cocina, comedor y solarium. Os animamos a descubrir el interior de Irlanda así. Aparcar el coche unos días y disfrutar de la verdadera naturaleza en este crucero fluvial. Dormiréis a bordo, desayunaréis y comeréis a bordo. Nosotros atracábamos en los pueblos para merendar, pasear y cenar. Ha sido maravilloso.
Atracamos nuestro precioso barco en Leitrim, un pueblecito lleno de encanto y paz que se extiende a ambos lados del canal. Muy recomendable hacer una parada en una de sus terrazas para tomar una cerveza mirando las aguas.
Al día siguiente disfrutamos de la navegación hasta Lough Key, uns parada ideal para relajarse y pasear. Ofrece actividades para toda la familia. Dispone también de una zona de atracciones además de un centro de aventura muy divertido para niños y adultos llamado Boda Borg.
Este ha sido nuestro recorrido de 5 días en Irlanda. En la web de turismo de Irlanda turismodeirlanda.com podréis encontrar más itinerarios y recomendaciones.