Hay juguetes que ya son intergeracionales. Con nuestra generación (somos unos padres que ya sobrepasan los 40) empezaron a conocer sus primeros éxitos muchas marcas dedicadas a la diversión de los pequeños que hoy viven en plena consagración y negocios que mueven mucho dinero: mundo Barbie, superhéroes de acción, Scalextric y un largo etcétera.
Pero si hay un juguete que marcó mi infancia ese es los clicks de Playmobil. Como si de un tesoro se tratara, el Barco Pirata y el kit de Doctores ha permanecido guardado hasta que han llegado mis pequeñas para darles una segunda vida. Y, como era de esperar, ellas han acabado contagiadas por nuestro entusiasmo.
Toda la familia somos fans de los juegos de Playmobil. Los mayores disfrutamos descubriendo los nuevos detalles que ahora estos incorporan y, las pequeñas, inventando mil y una aventuras como antes hicieran sus padres. Así que no nos lo podíamos perder. Existen cinco parques temáticos, conocidos como los Fun Park de Playmobil, distribuidos por todo el mundo: en Zirndorf, Alemania; en Atenas, Grecia; en Malta; en París, Francia y en Palm Beach Gardens, de Florida, en EE.UU.
Nosotros elegimos visitar el de Alemania, ya que nos habían dicho que era el más emblemático. Aquí no encontraréis montañas rusas, ni norias, sino espacios integrados en la naturaleza donde os sentiréis como una pequeña pieza más del mundo Playmobil. Ahora sí que toca jugar como si fuéramos los auténticos protagonistas de nuestras aventuras, ya que las recreaciones están hechas a tamaño natural.
Un enorme barco pirata nos da la bienvenida. El clásico referente de la casa aparece en mitad de un gran lago, al que accedimos a través de pasarelas para recorrer su interior. ¡Solo nos faltaba el parche! Y aunque eso removió mis recuerdos, reconozco que mis hijas disfrutaron más del cuartel de policía y de la zona del Lejano Oeste. No había quien las bajara de la diligencia. Además, en la zona de Far West entramos en una mina abandonada y jugamos a encontrar pepitas de oro en la arena.
También había un impresionante palacio de princesas y recreaciones medievales con sus caballeros y castillos. En estas últimas se podía escalar, saltar, participar en justas y descubrir los secretos que el castillo escondía tras sus muros. ¡Hasta una casa de muñecas nos estaba esperando! La zona de la Granja y el Arca de Noé nos atrapó durante horas gracias a los canales de agua que se sumaban a los juegos. Nuestra visita acabó en el área dedicada a los Dinosaurios, que estos ya sí son de nueva generación. Parecía que estábamos dentro de una película.
Pero lo más sorprendente es que en este parque temático, pese a la pasión y entusiasmo de pequeños y grandes, reina casi el silencio. Aquí no se escucha el ruido ensordecedor de otras cadenas temáticas dedicadas al ocio infantil, ni hay caos ni bullicio.
Todas las áreas son interactivas y las horas pasan volando. La oferta se completa con un espacio para toboganes y pasarelas colgantes que reconstruyen un laberinto de pasadizos, cuerdas y escaleras para auténticos aventureros. Además en cualquier rincón del recorrido uno puede encontrar cajas y cajas de juguetes a disposición de los niños. Sin duda, un acierto nuestra visita y altamente recomendable. ¿Ya habéis adivinado lo que le vamos a pedir en nuestra próxima carta a los Reyes Magos?