La nueva película del director estadounidense Wes Anderson arranca con el poderoso sonido del taiko, el tambor japonés que se toca con las bachi (baquetas de madera) y que apela a eventos y danzas tradicionales del país del Sol Naciente. Una presentación que nos introduce literalmente en la cultura nipona, telón de fondo de una historia protagonizada, casi en su totalidad, por una serie de perros parlantes y su particular odisea en la isla de la basura.
Todas las mascotas caninas de Megasaki City son exiliadas a este vertedero alejado del archipiélago principal, utilizando el pretexto de haber sido infectadas con un temible virus que podría ser contagiado a los seres humanos. Contra los designios del gobierno de un alcalde déspota, un niño de 12 años emprende un viaje a este lugar para buscar a su perro perdido.
Anderson logra un portentoso y sugerente producto de animación basado en la riqueza de sus personajes, sobre todo por sus fondos y paisajes repletos de detalles. Cada una de las escenas del filme contienen varios planos deslumbrantes, de lo mejor que uno se puede encontrar en este género en los últimos años. Un paso más allá de los logros obtenidos por su no tan satisfactoria Fantástico Mr. Fox.
Isla de perros deambula en la fina línea que separa el cine de animación para adultos con respecto al que es disfrutado por toda la familia. Sin duda estamos ante la obra más cercana a los gustos generales de los espectadores, pero sin abandonar, un ápice, las características siempre presentes en su cine. En ella hay narración en voz en off, diálogos cargados de su humor particular y los planos frontales perfectamente simétricos a los que nos tiene acostumbrados. Digna de mención es el tratamiento de las voces humanas, respetando su lengua nativa, siendo traducidas a su vez por distintos procedimientos la mar de originales.
Por su parte la historia es un canto al amor por las mascotas, interpretando y humanizando sus emociones desde el sesgo de su creador. También hay elementos de defensa hacia lo diferente, el espíritu de equipo y el estrecho vínculo con el llamado mejor amigo del hombre. El guion además arremete duramente contra las actitudes de los políticos, sus movimientos corruptos y sus imposiciones descerebradas. El mensaje queda bien claro: nada bueno puede haber en una sociedad que repudia a estos animales, ocultándolos con los kilos de basura y residuos que se generan.
El filme se enriquece con un interminable elenco de voces en su versión original. Un reparto encabezado por Bryan Cranston, Edward Norton, Bill Murray y Jeff Goldblum, por nombrar tan solo algunos de sus excelentes integrantes. Y sería injusto olvidarnos de la magnífica banda sonora de Alexandre Desplat, habitual de los filmes de Anderson, con el que alcanza un grado de afinidad inusitado. El compositor francés subraya las escenas con cánticos, sonidos japoneses y un sinfín de sorpresas que hacen de su escucha una absoluta delicia.
Podéis ver el tráiler pinchando en el siguiente enlace.
