¿Qué tienen en común Manuela Malasaña, el flamenco, unos zapatos rojos y un tornado? Las dos últimas pistas seguro que te dan la respuesta. ¡Sí! Has acertado, se trata de El Mago de Oz, el espectáculo que se puede ver en el Teatro Maravillas (Madrid), y que da un paso más en la historia de este cuento cantado que popularizó en 1945 en el cine Judy Garland.
Y es que la propuesta del Teatro Maravillas, que llega ya a su 10. ª temporada, introduce conceptos y recursos nuevos que conviven con los clásicos, como un inicio de la historia en blanco y negro que contrasta con la luz y el color de la historia cuando se traslada a Oz.
El musical te engancha desde el primer momento (no esperábamos el efecto de los colores grises… o más bien los habíamos olvidado) con una Dorothy que corre tras robar unas manzanas a esconderse de su vecina (con un carácter que hace presentir a la bruja que vendrá luego), un tornado que la traslada a Oz y los inolvidables personajes que la acompañan a la Ciudad Esmeralda (El Espantapájaros, El Hombre de Hojalata, El León miedoso), así como otros que se cruzan en su camino (el hada Glinda, que le da los zapatos de rubíes y la malvada bruja del Oeste, a la que vencen de la forma más simple).
Una versión muy flamenca
Y todo ello acompañado de unas fantásticas interpretaciones musicales, que adaptan al castellano canciones tan conocidas como Over The Rainbow o Home Sweet Home… “¿Y eso del flamenco?”, te preguntarás… Pues sí, en esta función puede pasar de todo, hasta que un León miedoso cante y baile al más puro estilo flamenco, o que el mago de Oz sea un mago de verdad y deleite a niños y mayores con unos divertidos trucos de magia que devolverán la confianza en sí mismos a los protagonistas.
Y un secreto, me encanta la tramoya y todo lo que ocurre detrás de las bambalinas, y creo que esa es una de las partes más importantes y mágicas del teatro, aunque se vea. Y por eso, ver cómo los actores se transforman en tramoyistas añade un punto más de diversión a El Mago de Oz. El Musical. A nosotros nos dio la oportunidad de hablar con los niños de todo lo que rodea a cualquier espectáculo, de cómo con unas cuantas cosas y un poco de imaginación se pueden crear mundos llenos de color en un plis plas. Porque sin esa parte no hay teatro.
¿Nuestra parte preferida la obra? Sin duda la bruja del Oeste, una mala malísima que en palabras de uno de mis peques le gana a Darth Vader… aunque creo que es un personaje divertido e ingenioso que da una vuelta de tuerca a este personaje tan gris.
Y cuando acabe, no lo dudéis y corred escaleras arriba para sacaros una buena foto con los protagonistas… nosotros no pudimos hacernos una con la bruja…