Ir al campo con los pequeños de la casa es más que una moda. Es una manera de poner en contacto a nuestros hijos con la naturaleza y buscar un aire puro lejos de las ciudades, donde la banda sonora del día no sea el ruido de los coches y sí el canto de los pájaros.
Hoy nos acercamos a la provincia de Segovia, dentro de la Sierra de Guadarrama, para disfrutar de los Montes de Valsaín y sus áreas recreativas de Boca del Asno y de Los Asientos con el fin de conocer una ruta fácil para hacer con los niños a ambos lados del río Eresma. Y es que, cualquier momento siempre es bueno para iniciar a nuestros hijos en el mundo del senderismo y el respeto por la Naturaleza.
Se trata de una ruta circular de unos cinco kilómetros (dos o tres horas, según el paso de los niños), sin desnivel. Es ideal para los más pequeños pero, incluso, si se cansan, podemos reducirla a tan solo dos kilómetros si cruzamos por el puente medieval Navalacarreta. El recorrido transcurre por un camino arbolado denso y tupido lleno de pinos, pero una vez pasado el puente el paisaje cambia por uno más de dehesa con robles y sauces como custodios del río. Aquí es más fácil descubrir a las truchas nadando a contracorriente.
Ambas áreas recreativas cuentan con merenderos, parque infantil con columpios y toboganes y zona de aparcamiento. Aviso para familias: hay que ser madrugadores para no tener problemas para estacionar el coche. Además, Boca del Asno cuenta con un pequeño bar-chiringuto que siempre nos puede socorrer con algún bocadillo, refrescos y café. Pero aún hay más. Y es que, ¿quién no quiere aprender jugando? En el Centro de Interpretación de la Boca del Asno podremos descubrir las descripciones de la fauna y flora autóctona de la zona, todo ello de la mano de quienes se preocupan por su conservación a través de exposiciones temáticas y audiovisuales.
Pero, sin duda, el gran protagonista para los más pequeños será el río y todas las posibilidades infinitas de juego que él facilita. A lo largo de la ruta van surgiendo pozas donde podremos darnos un chapuzón y poder jugar con las piedras (desde construir pequeñas presas, saltar desde ellas…). Ya sabemos que donde nosotros vemos pequeños cantos rodados, nuestros hijos ven tesoros que acaban dentro del cubo de playa.
Y otra de las sorpresas que se esconden en la senda es la gran roca con forma de asiento, la que fue silla de descanso del Rey Carlos III, inquilino de la Granja de San Ildefonso. Todo un tobogán que ha creado la propia naturaleza y donde se suele formar pequeñas colas para disfrutarlo, no sin antes encontrar en él el sello real. ¿Quién se anima a buscarlo?
Con este plan podremos disfrutar en familia de un día sumergidos en plena Naturaleza, sin que nos falten actividades y entretenimiento. ¿Preparamos la mochila?